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Mostrando entradas de abril, 2009

Voces Intermitentes, un pequeño libro de poesía joven, preámbulo de La Rueda

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FELIPE GARCIA P or el título dado a este breve volumen de versos —34 páginas en total—, podemos comprender el gesto inicial que caracteriza a un escritor en formación: de la mano y la voz de sus amigos, abrirse paso juntos en un camino poblado de desconocidos, para así ser tenido en cuenta sin correr los riesgos de pasar solos al frente y, ante la mirada de no se sabe quién, dar la primera lección de aquello apenas aprendido. Hacer minga en poesía; es decir, publicar un primer libro de manera colectiva, es usual y hace honor, repetimos, a la amistad como también aminora en algo el temor de salir del anonimato y caer directamente en el desprestigio o el descrédito, al sabio decir de José María Serrano. Sin embargo, la responsabilidad personal no es posible de omitir y lo poco dicho hoy da mucho por decir. Y todo esto sucede cuando se trata de un género como la poesía, donde tantos incurren con brío, fascinados por la libertad del canto, y son pocos quienes continúan ese cami

Obituario Mario Rivero, uno de los poetas que se leían en La Rueda

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Winston Martínez Sabogal, El Pais, España, 19 de abril de 2009. Mario me llamo soy mordisco al aire soy un husmea-cosas soy un cuenta-cosas O brero, cantante de tangos, levantador de pesas, acróbata, faquir, gigoló, voluntario de la guerra de Corea, crítico de arte y librero fueron algunos de los oficios y experiencias por las que transitó el poeta colombiano Mario Rivero , fallecido a los 74 años el 13 de abril en Bogotá tras una crisis cardiaca. Ésa fue la existencia vivida en diversas esquinas desde 1935, cuando nació en Envigado (Antioquia), y que nutrieron e inspiraron sus versos hasta convertirlo en el gran poeta urbano. Como precursor de esta temática, sus poemas reflejan el bullicio de la ciudad, los avatares del ir y venir de la gente por las calles y las palpitaciones de la cotidianidad. Incluido dentro de la llamada generación desencantada, Rivero obtuvo dos premios Nacionales de Poesía. El poeta antioqueño desveló el aura, las preocupaciones e ilusiones q

Los lugares de La Rueda I

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Mario Delgado Noguera L a arquitectura colonial y blanca del centro de Popayán, con sus plazuelas y parques, fue el lugar de reunión del grupo de amigos de la Rueda. Preferían sus reuniones públicas al amparo del clima benévolo del Popayán de la época y del espiritu de un vino nocturno en el parque Caldas. La gran mayoría vivía por allí entre las calles con farolas donde se alquilaban un buen número de habitaciones para los estudiantes del resto de Colombia. Muchos de esos encuentros en los parques terminaban en alguna habitación precaria de estudiante o en las residencias estudiantiles Tuto González , para resquemor y protesta constantes de los vecinos burgueses del barrio Caldas. Pedrito Paz, un insigne popayanejo, funcionario perenne de la junta permanente pro Semana Santa, salía energúmeno de su casa vecina a las residencias gritando amenazas sin nombre contra los estudiantes que taladraban su descanso nocturno con vallenatos y rumbas. En esas reuniones de los parques se