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Mostrando entradas de mayo, 2013

Apartes de la vida de Andrés Caicedo, escritos por él mismo.

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Andr é s Caicedo Publicado en El Espectador, 31 mayo de 2013 ...nos dejaste huérfanos, devuélvenos la luna, la juventud, la libertad, los sueños, seguimos tu rastro maga de la noche, de mis noches sin fortuna como diría Andrés Caicedo , te buscamos en el puente, en los balcones, en los andamios de Silvia, en el jardín del cielo.  Jaime Cárdenas en Homenaje, un relato publicado en este blog. M i mamá había quedado embarazada ocho veces, pero sólo había logrado tener tres niñas y había perdido un hijo hombre, Juan Carlos, que hoy andaría por los treinta años. Mi papá deseaba otro hijo hombre. Yo creo que en ellos el coito nunca estuvo separado de la idea del embarazo. Así que nací yo, rodeado de gustos y de favores, en un hogar de ilustres apellidos pero económicamente de clase media. Dicen que pesé diez libras y era horrible, de chiquito. Lo que recuerdo de esa época tan temprana era que sólo me gustaba andar cogido de las faldas de mi mamá y hacerme d

Rumores de corrupción en el Alto Gobierno

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Ecos de la Historia Gonzalo Buenahora Agencia de Noticias Vieja Clío. Santafé de Bogotá, diciembre de 1824. Rumores de corrupción en el  Alto Gobierno E n días pasados los medios sociales y políticos de esta ciudad se vieron sacudidos por rumores de corrupción en el seno del gobierno. El nunca bien ponderado Francisco de Paula Santander, Presidente de la República de la Gran Colombia, fue acusado por la Gaceta de Cartagena, dirigida por Juan Bautista Calcaño, hombre cercano a Mariano Montilla, tradicional opositor del gobierno, de malos manejos del empréstito obtenido de la firma inglesa Goldschmidt & Co. por 4.750.00 libras esterlinas (30 millones de pesos), cifra sin precedentes.  Las imputaciones se centran en las comisiones pagadas a los agentes enviados a Londres, los señores Manuel Antonio Arrubla y Francisco Montoya y al ministro acreditado ante el gobierno inglés, Dr. Manuel José Hurtado (que se llevan el 3 %), en los términos de la negociación (un descuen

El drama de Popayán

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Por Fabio Arévalo Publicado en El Espectador, 14 de mayo de 2013 De las ciudades capitales colombianas, Popayán es la más privilegiada. Hace 200 años pintaba para ser una grande de América, por ello fue asiento de hechos trascendentales que le dieron lugar excepcional en la historia. Ha producido número envidiable de presidentes y otros tantos próceres. Hoy es víctima de su propio invento, por cuenta de quienes se consideraron amos y dueños de la ciudad, estancándola en esa historia, lastre que poco sirve a la gente. Popayán está ubicada en la zona Andina, cerca al mar Pacífico en un hermoso valle. Bañada por el río Cauca, es el punto medio entre Bogotá y Quito, con envidiable clima primaveral. A mitad de año tiene un agradable verano que calienta, pero no sofoca. Topográficamente no tiene mayores accidentes, es más bien plana, con un facilista diseño cuadriculado. Cuenta con menos de 300 mil habitantes (265.000, censo 2005). Cerca tiene el acompañamiento posmoderno de Cali y fa

Homenaje, un relato de Jaime Cárdenas en tiempos de La Rueda

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Ja ime Cárdenas HOMENAJE A l a estación del tren llegó Rafael Maya vestido de gris, impecable con la gabardina colgando de un brazo y con una pequeña maleta repujada en cuero. Cuando el silbido anunció que el tren avanzaba en su destino y empezó lentamente a dejar la estación, del bolsillo interior sacó su pañuelo y sereno se despidió del Señor Tomás Maya, de la señora Laura de Maya y de algunos condiscípulos de la Universidad del Cauca. Atrás quedaba Popayán, con sus altos balcones y sus casas blancas, con sus noches diáfanas y sus atardeceres. La pequeña ciudad viviendo el hechizo de su propio tiempo que la hacía única e inolvidable. El tren avanzaba a la conquista de las montañas de los Andes. Atrás quedaba la ciudad blanca pero Rafael Maya siempre la  llevaría r consigo y a ella habría de volver en su memoria en el transcurso de su vasta obra y de su larga existencia. Un martes de abril de 1917 cuando caía la lluvia Rafael Maya llegó a la fría Santafé de Bogotá y