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Los cafés de Popayán y de mis viajes

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  Mario Delgado Noguera  E n los setentas, El Café Alcázar, El Zancudo, o La Flauta Mágica eran la herencia y la esencia de Europa mantenidas en el centro de Popayán así como el Palatino lo fue en Pasto . Ahora los cafés son escasos, como si una prematura muerte hubiera saqueado los lugares del debate y del refugio, del espejo y la memoria. Según José Vicente Erazo, el dueño del café era Ignacio León Velasco. Dice que el Alcázar fue el lugar de la vida social de Popayán durante buena parte del siglo XX, un "lugar de encuentro y asilo del poeta, del político y del universitario". En la Universidad del Cauca hay varias cafeterías donde los alimentos hipercalóricos y rápidos dominan el escenario. La atractiva cafetería de Humanidades, con sus mesas de madera, su ventana amplia y su familiar tablero de avisos fue remodelada con el mal gusto de los muebles de aluminio barato que existen en la de Derecho, donde aprendices de abogados miran por el hombro al resto de univers...

Gonzalo Buenahora actúa en documental sobre la vida cotidiana de Popayán en el siglo XVIII

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http://www.elliberal.com.co/index.php?option=com_content&task=view&id=53078&Itemid=88 Gonzalo Buenahora defiende la institución clerical chapetona en el siglo XVIII

Algo irreparable en las miradas

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A propósito de una visita a una exposición sobre la ciudad de Teotihuacán en Barcelona. Publicado en Expreso Suroriente , el magazin cultural que dirige Jaime Cárdenas. Mario Delgado Noguera L a época más floreciente de Teotihuacán ocurrió hace 1800 años. La metrópoli alcanzó una extensión de 22.5 km 2 . Las grandes deidades que regían la ciudad eran Quetzalcóatl, la serpiente emplumada y Tláloc, el dios de la lluvia y la fertilidad. Mantenía una gran actividad comercial que se extendía hasta más allá de la actual Guatemala. Asistí en Barcelona a una exposición sobre Teotihuacán, la ciudad de los dioses, que ilustra esta civilización a través de los aspectos más importantes de su cultura: la ideología, el poder y la jerarquía política, la arquitectura y el arte. Sendas serpientes emplumadas reciben al visitante con sus ojos pétreos. Luego el visitante se introduce en una serie bien elegida de objetos que demuestran la sofisticación de una civilización que dejó huellas...

Un poema de Orietta Lozano publicado en La Rueda 7, febrero 1985

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ORIETTA LOZANO   P ERDIDOS ROSTROS Cuando el transparente velo, era siria, cuando el tambor, africana perdida entre rituales y serpientes mágicas, cuando el opio, una muchacha de Tánger desfilando entre los laberintos de la noche, cuando el harem, era todas y el bebedizo exuberante, cuando Transilvania, vampiro danzando entre el aullido de la luna, cuando el caos, el imperceptible ojo, que buscaba ese otro ojo que nos dá la medida del cosmos. En Ulan Bator me senté en el lupanar más exquisito y bebí vino en el casco plateado del guerrero que dejo su sueño en un charco de estrellas. Fui la perdida voz clamando al mar ese viaje infinito donde se confunde mi garganta y mi fémur y mi espalda con sus insaciables venas de agua y mito. Me estacione en el Hades esperando el descanso de la música, Y en ese sueño estacioné mi silencio, mi perdida voz, mi quietud en movimiento.