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El veneno de las elecciones colombianas

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Juan Gabriel Vásquez, en El Espectador 23 mayo 2013 Hace años, cuando Uribe nos decía que el país se iba a caer si no votaba a favor de su referendo contra la corrupción y la politiquería, nadie hubiera podido imaginar que en Colombia pudiera pasar lo que ahora está pasando. Más tarde, a finales de 2007, escribí una columna sobre el fracaso del referendo; de aquella administración dije que era, justamente, la más corrupta y politiquera de la historia. En esos tiempos, opinar contra Uribe era algo que simplemente no se hacía, a pesar de que la realidad era lo que era: el DAS infiltrado, la reelección comprada con notarías, el superintendente de notariado destituido por corrupción, los congresistas presos por corrupción, el presidente pidiéndoles que voten si no están en la cárcel, los magistrados y periodistas espiados y sus teléfonos chuzados: corrupción y más corrupción, corrupción acompañada de politiquería como no se había visto en Colombia. Y todavía ni siquiera había es

El desacelere

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  Mario Delgado P arece que descansaremos por un tiempo de la aceleración impuesta por el presidente saliente a la vida de los colombianos. Generó a través del miedo y de la mentira repetida en los medios afines la ilusión que había que trabajar sin descanso. Pero lo que aun no queda claro para muchos es que la aceleración y el trabajo del que se va, era para sus propios intereses, para sus poderosos y oscuros allegados y para el gran capital financiero y minero. El engaño colectivo se develará lentamente en la medida que su figura omnipresente de caudillo autoritario se desvanezca con el tiempo implacable. Pero él luchará porque esa imagen de acelere y escándalos cotidianos autogenerados persista para que pueda seguir siendo la figura salvadora y ser llevado como un padre de todos a los altares al lado del Corazón de Jesús. También los colombianos tardaremos en darnos cuenta que las prisas eran las suyas, no las de todos, y servían alevosamente para dividir al país en