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La calle de los encuentros ( Un relato optimista)

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  La calle de los encuentros   Mario Delgado   La calle de los encuentros. O de los desencuentros. Estaba en el centro de la ciudad, en el Centro Histórico protegido como patrimonio cultural de la nación. A los clásicos habitantes de la ciudad blanca les gustaba esa calle aunque en ocasiones la evitaran. Allí estaban los variados cafés, algunos contaban con el desayuno común de los colombianos: café, huevos en sus diferentes tipos de preparación y el acompañante que varía según las regiones: pan, arepa, pan de yuca, pandebono, almojábana, arepa e huevo. Otros, más sofisticados, ofrecían capuchinos, machiatos, croissants o tortas, y algunos para gente alternativa, menjurjes de frutas y verduras, sanos, caros y digestivos; solo unos pocos ofrecían algo para leer. El Centro Histórico, de paredes blancas y los hermosos techos de teja española, había atravesado una crisis habitacional que se empezaba a remediar con algunas viejas casonas convertidas en hostales para los gringos y

La Rueda: ¿El real visceralismo en Popayán?

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E stoy en la búsqueda detectivesca de esos recuerdos para armar y desarmar este blog. Mario Delgado P ermanezco en Barcelona en los eternos trámites para poder hacer el depósito de la tesis en la Universidad Autónoma. Y claro, caen los inesperados libros a hacerme compañía en medio de las aviesas confabulaciones burocráticas para evitar que un latino se marche bien marchado de Europa. En el diciembre pasado me entusiasmé con "El Río" de Wade Davis y sigo entusiasmado con vencer la ignorancia que tenemos los colombianos de nuestra Amazonía. Se sabe que se esta haciendo un documental sobre los viajes de RE Schultes por el Río Apaporis. Pero ahora, donde estoy llegado, en la Ronda Mitre cerca de Lesseps en el barrio el Puxet, mi provisional casero tiene inundado su apartamento de libros, cosa no rara en Barcelona; le gusta la novela histórica pero en uno de los rincones más oscuros del piso, en el fondo de un largo pasillo, hay un estante con novelas y allí estaban esper