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Mostrando las entradas etiquetadas como Jaime Cárdenas

Birimbao

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  Un instante en la historia de San Juan de Pasto Jaime Cárdenas E n la historia del país, el momento más alto del desafío popular al poder oligárquico se dio en los primeros años de la década del 70 . Es cierto que hubo un levantamiento a raíz del asesinato de Gaitán y recientemente otro, bajo el gobierno de Duque, sin embargo, ninguno alcanzó la proximidad de un triunfo popular como ocurrió en los 70. En la referida oportunidad el movimiento estudiantil había sido el conector de un fuerte bloque politizado. En las universidades se respiraban los ecos de las protestas de las universidades europeas, del mayo francés, de las movilizaciones de los jóvenes universitarios en Estados Unidos en contra de la guerra de Vietnam. No lejos estaba ese terremoto que fue en su momento la revolución cubana, la muerte de Camilo Torres y concomitante con estos sucesos la presencia de la izquierda internacional, el maoísmo, el trotskismo, la influencia del partido comunista soviético, todos los cual

Hablando de elecciones y traiciones

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Por Jaime Cárdenas Sobre el proceso de designación rectoral en la Universidad Nacional de Colombia J osé Ismael Peña, un ingeniero con especialización en gestión de proyectos, - hoy somos muy pocos los que no somos especializados en proyectos-, fue electo rector de la universidad Nacional. Esperábamos que lo fuera Leopoldo Múnera , un abogado muy querido por la comunidad universitaria que había ganado la consulta entre estudiantes y profesores. El poeta Juan Manuel Roca, doctor honoris causa de la Nacional en un homenaje a Múnera , resaltó su capacidad crítica, su altura humana, su vocación libertaria. Son más de treinta años de docencia, durante todo este tiempo el profesor Leopoldo Múnera ha enseñado a pensar, con altura, con rigor intelectual y con ética, todo lo cual le ha granjeado el respeto y el aprecio de los que esperaban que fuera el rector. Salió elegido el señor de los proyectos en una votación que se hizo por el consejo superior de la universidad en secreto. Se sabía

Los abuelos de Saramago

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Jaime Cárdenas C uenta José Saramago que siendo niño vivió en el campo con sus abuelos, les ayudaba en sus faenas, cortaba leña, sacaba agua del molino; que cuando hacía mucho frío sus abuelos, campesinos que vivían de criar y vender cerdos, llevaban a su cama a las crías, las abrigaban dándoles su calor humano y el de sus frazadas, que lo hacían defendiendo su pan, allá en Azinhaga en Portugal. Cuenta también que en las noches de verano su abuelo lo llevaba al pie de un árbol de higuera y allí dormían, y que él se arrullaba con las historias de su abuelo. Balint Zsako Recordó estas cosas de su infancia en su discurso , cuando se le otorgó el premio Nobel. En ese inolvidable escrito catalogó a su abuelo como el hombre más sabio que había conocido y dijo que este abuelo sabio no sabía ni leer ni escribir. Se llamaba Jerónimo Melrinho y su esposa, también analfabeta, se llamaba Josefa Caixinha a quien evoca en su gran riqueza humana y por su belleza en su juventud. Los recordó con gra

Oppenheimer

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  Jaime   Cárdenas M iles y miles de espectadores en todo el mundo asisten por estos días a las salas de cine donde se proyecta  la película del director Cristopher Nolan en la que se reconstruye la  vida del científico Robert Oppenheimer y su participación en la creación y lanzamiento de la bomba atómica. Sobra decir que técnicamente es impecable, que su ritmo intenso no decrece y que la actuación del protagonista no podía ser mejor, pero que, por igual, merecen reconocimiento todos los actores y actrices que participan en recrear un momento tan doloroso para la humanidad. Monumento de la Paz en Hiroshima Openheimer , nacido en New York, fue muy brillante como estudiante de Física, un cerebro privilegiado que pudo aprender holandés en quince días. Caminaba con pasos largos en el conocimiento, por ello sus maestros le sugirieron  fuera a buscar a los mejores físicos de Europa para continuar sus investigaciones. Ya la física cuántica había abierto puertas insospechadas que el joven cie

El Club de los cínicos

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  Jaime Cárdenas Cuando matan a Gaitán, la turba enceguecida, -tal fue el humillante calificativo que desde el gobierno de Ospina Pérez le impuso a la reacción del pueblo liberal bogotano ante la muerte violenta de su dirigente-, un grupo de manifestantes se dirigió a la sede donde se editaba el periódico conservador El Siglo y la incendió.  Pronto la edificación y lo que ella significaba para el imaginario colectivo de los liberales de esa época ardió en llamas. La policía, un sector de la policía, alcanzó a apoyar el levantamiento, pero faltó dirección y fue imposible llegar a Palacio donde el ejército y los francotiradores dispararon contra un pueblo indefenso, masacrándolo. Al día siguiente los cadáveres tirados en las calles del centro era el paisaje desolador del centro de la más antigua democracia de América. Gustavo Petro   Tantos inviernos se han sucedido que la sangre se ha lavado y hoy la memoria del luctuoso suceso tiende a desdibujarse.  Al preguntar a las nuevas generacio

La Rueda en PopayánCiudadLibro 2022

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Mario Delgado Noguera L a Rueda ha vuelto a estar en las conversaciones y en la vida cultural de Popayán. A raíz de la invitación que nos ha hecho el director de la feria del libro de Popayán, Diego Roman Konrad, en su versión 2022, a un conservatorio en el marco de la feria, algunos de los integrantes del legendario grupo cultural de finales de los 70 e inicios de los 80, retornamos a recordar la música, los libros, las fotos, las anécdotas, los vuelos poéticos, las vivencias de esa época que marcó nuestra vidas y nuestros sentires. Este es el enlace del conversatorio en PopayánCiudadLibro2022 . Para el conservatorio me he propuesto recordar la  Página Literaria del diario El Liberal , un entusiasta y parece que irrepetible proyecto del Mono Mendoza en el medio payanés. Me he asombrado de sus conocimientos de crítica del cine para su caso, un excepcional joven amante del cine. Crónica de la Pagina Literaria de El Liberal, 2 noviembre 2022   Ricardo León Paz, Tololón, ha hecho un prog

Nuevamente el río

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Jaime Cárdenas E s el inicio del verano y el cielo es de un azul intenso, no hay nubes y el sol desde temprano da generosamente su energía a la vida. Vuelvo a navegar por el río Putumayo, caudaloso, profundo. En Puerto Asís ha dejado atrás su vertiginosas caídas y ahora con su ritmo ancestral y sus aguas sagradas va al encuentro del padre amazonas, sereno e impetuoso. Vuelvo a este río del pasado, un encuentro memorable. Fue como encontrar a un viejo amigo al que no se ha visto por un largo tiempo, un afecto imperecedero. Nos lo han dicho los orientales con su sabiduría milenaria, y los descendientes de quienes cruzaron el estrecho de Bering y poblaron nuestra América: formamos una unidad con el universo, somos naturaleza. Es que las jerarquizaciones agreden a la vida, somos bosques, ríos, animales.  La tierra, nuestra gran casa acoge como madre protectora a todos sus hijos. Río Putumayo   Bajo un sol de fuego la pequeña embarcación se va internando en la llanura amazónica, respira

Toma de posiciones

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Salomón Kalmanovitz y William Ospina Jaime Cárdenas N o es posible el estudio de nuestra historia, vista bajo los estrictos cánones de las ciencias sociales, sin tener en cuenta la investigación y los aportes de Salomón Kalmanovitz . Su vasta y permanente producción intelectual le confieren un lugar digno en el pensamiento colombiano. Salomón Kalmanovitz (Fuente: Utadeo)   No es posible el recuento de las últimas décadas en cuanto hace a los logros en el campo de la literatura, del ensayo y el periodismo de opinión sin que se nombre a William Ospina. En la antesala de la definición del cambio del poder político sobre la base del endeble sistema electoral de Colombia, Kalmanovitz ha anunciado que en primera vuelta votará por Fajardo y en el caso de haberla, en segunda vuelta en blanco. Por su parte, William Ospina hace varios días en un artículo de opinión hizo pública su adherencia al señor Rodolfo Hernández. Kalmanovitz fue en su temprana juventud un militante ferviente de las corrien

Juan Manuel Serrat y La Rueda

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No hay duda que las primeras canciones de Serrat en los LP de Mediterráneo, Miguel Hernández, Antonio Machado.. cohesionaron a los integrantes de La Rueda a finales de los 70. Todos las conocíamos y las cantábamos. Jaime Cárdenas ha escrito estos recuerdos con motivo del retiro de Serrat de los escenarios. Quedan, claro, la nostalgia, sus canciones y los vinos compartidos en la noches juveniles de Popayán y sus parques, aquellas pequeñas cosas que recordaremos siempre. SERRAT Jaime Cárdenas A nuncia Serrat que es tiempo de decir adiós. Los amigos finalmente se van, a algunos los volvemos a encontrar fugazmente, otros se van. Dije amigo al nombrar a Juan Manuel Serrat porque después de tantos años de compartir su poesía y su música, la música de su poesía, es un amigo, de esos que van quedando en nuestro andar. Vaya este amigo y su generosidad. A Serrat lo conocimos hace unos buenos años. En esos viejos long play escuchamos Mediterráneo y desde entonces, por mucho tiempo no hubo tregua

El Ubuntu de Francia Márquez

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En Colombia, para las consultas para la presidencia, Francia Márquez en la consulta del Pacto Histórico, sacó más de 700.000 votos. Su filosofía se basa en el Ubuntu (Soy porque somos), la conciencia de que somos una gran familia y pensemos en colectivo, una necesidad para la Colombia que desee cambiar en la elecciones que se aproximan. Jaime Cárdenas L a de Helena, la de Francia Helena. Como cuando salía a la pista seducida por el son, por el guaguancó, por la Fania, en la Séptimo Cielo, allá en Suarez, donde la vimos tirando paso, un paso adelante, una vuelta y vea usted qué ritmo tiene la negra, vea cómo la salsa se impone y vea a Francia Helena cómo la admiran cuando mueve la cintura, monte adentro, porque de verdad tiene candela, prendió fuego en el cementerio, en el país de los muertos. Francia Márquez y Gustavo Petro No la invitaron. Entró sin pedir permiso, y armó tremenda rumba, tremendo son. Ya era tiempo, justo ahora que recordamos a Andrés Caicedo que sigue vivo, aunque

Guernica, la lluvia de la muerte

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LA LLUVIA DE LA MUERTE Jaime Cárdenas S on niños y niñas que permanecen sentados en el piso de madera, un grupo seguramente escolar. Se encuentran mirando unos dibujos en blanco, negro, gris. Se ve un toro, un caballo, una mujer con un niño en brazos, un hombre sobre el suelo con la boca muy abierta, rostros, objetos. Son dibujos como los que suelen pintar los niños, es decir, que no corresponden a la realidad, a la forma generalmente común que se percibe por los sentidos sino a su propia visión del mundo. Estos pequeños están sentados frente al Guernica de Picasso. Se hallan en el museo Reina Sofía de Madrid, donde finalmente llegó el gigantesco lienzo, luego de peregrinar, como su autor, por muchas ciudades, entre ellas New York, donde estuvo un buen tiempo en el Museo de Arte Moderno. He visto la foto de estos menores varias veces pretendiendo escudriñar qué dice su rostro, sus emociones. Lamento no tener una interpretación de ellos sobre la obra. Sin embargo, me atrevo a afirmar q

Los dioses han sido pródigos

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Jaime Cárdenas C omparto un texto de Jaime Cárdenas a raíz de la muerte de nuestro amigo Germán Mendoza, amigo de la época de La Rueda en los años 80 en Popayán, cuando estudiábamos en la Universidad del Cauca. Germán Mendoza ( 1959-2020) A fortunados habernos encontrado con el Mono . Tuvo suerte el Mono de habernos encontrado. Todos tuvimos la fortuna de coincidir y cruzarnos en ese tiempo breve tiempo del verano. No son vanaglorias. Es más simple. Tiene que ver con la felicidad, con el curso de la vía láctea. (En esos gloriosos días tampoco diste la espalda a la utopía). Y de trasfondo la ciudad de la fábula, la ciudad blanca del verano. ¡Qué amigos los de esos tiempos ¡Qué mujeres, y qué noches tan hermosas¡ Es cierto. Alguna vez lo escribí: no mirar atrás para no encontrarnos con el ilusorio espejo de la nostalgia. Pero ahora que el viento mueve las naves, es imposible negarse al sortilegio del ayer para pedir: Concédenos antes de partir, un día y una noche para

Un nuevo libro de Jaime Cárdenas

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Un poema de Jaime Cárdenas , en su nuevo libro, El día en la vida. Pasto, 2015 "Sostenidos por las pocas palabras que aun habitan en el alma" L a Casa Como el caracol con la casa a cuestas he vivido años de errancia entre la ciudad y la selva. Hoy quiero fundar mi casa. La quiero con una escalera azul para subir con mis hijos a buscar las cometas que se extraviaron cuando niño. Con un patio grande donde Alexa cante y haga sonreír a las estrellas. Con una puerta que dé al mar para hablar con las gaviotas y los peces. y otra por donde llegues a compartir el vino y la poesía.

Editorial de la 19° Entrega de Expreso Suroriente, el magazín cultural

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Jaime Cárdenas L a fragilidad que se observa en los ecosistemas y el peligro consecuente que se cierne sobre la humanidad por su descuido, se constata también en las conquistas más recientes de la civilización frente a los derechos humanos, y conceptos  fundamentales del liberalismo clásico que se han ido fortaleciendo con el esfuerzo continuo de la sociedad. Entre esos derechos la privacidad, asociada a la libertad de pensamiento y al libre desarrollo de la personalidad tiene un lugar especial dentro de las cartas políticas de los países que se reclaman con un estado de derecho. Sin embargo, los tiempos que corren son sombríos. Las revelaciones del ex analista del Servicio Nacional de  Seguridad Edward Snowden han mostrado al mundo lo que antes parecía ciencia ficción. La metáfora del gran hermano que todo lo controlaba y lo ve, invención de ese gran maestro de la pluma y de la ética, George Orwell ,   es una realidad. Es de tal magnitud las revelaciones de los alcances

Queremos tanto a Hilda. Un recuerdo de Oscar Sacanamboy de los tiempos de La Rueda

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QUEREMOS TANTO A HILDA. LOS AMORES EN LOS TIEMPOS DE LA RUEDA Oscar Sakanamboy S í, es ella, Hilda: la bella y enigmática poetisa de los años de La Rueda. ¿Qué será de su vida? La recuerdo en las reuniones del grupo, leyendo sus poemas cortos y sus cuentos intimistas. Recuerdo también su risa, su acento, su caminar cadencioso y seductor. Ella en sí, respiraba poesía. Era la diosa, la encarnación misma del poema. Había en el taller otras mujeres. Igual de jóvenes y atractivas; algunas tenían dueño. Pero sólo tenía ojos para ella. Sentía un placer infinito al sentarme en un banco, lo más cerca posible para observarla detenidamente, sentir su respiración, su aliento, sus miradas furtivas. La veía lejana e inalcanzable, y eso me producía un profundo desgarramiento interior. Cuando ella llegaba a las tertulias en la Casa de la Cultura, una grande y espaciosa casona colonial, frente al Teatro Municipal, que fungía en esa época como sede del grupo; la veía llegar sola, e