Juan Manuel Serrat y La Rueda



No hay duda que las primeras canciones de Serrat en los LP de Mediterráneo, Miguel Hernández, Antonio Machado.. cohesionaron a los integrantes de La Rueda a finales de los 70. Todos las conocíamos y las cantábamos. Jaime Cárdenas ha escrito estos recuerdos con motivo del retiro de Serrat de los escenarios. Quedan, claro, la nostalgia, sus canciones y los vinos compartidos en la noches juveniles de Popayán y sus parques, aquellas pequeñas cosas que recordaremos siempre.



SERRAT


Jaime Cárdenas


Anuncia Serrat que es tiempo de decir adiós. Los amigos finalmente se van, a algunos los volvemos a encontrar fugazmente, otros se van. Dije amigo al nombrar a Juan Manuel Serrat porque después de tantos años de compartir su poesía y su música, la música de su poesía, es un amigo, de esos que van quedando en nuestro andar.

Vaya este amigo y su generosidad. A Serrat lo conocimos hace unos buenos años. En esos viejos long play escuchamos Mediterráneo y desde entonces, por mucho tiempo no hubo tregua: Serrat en las tertulias, en las reuniones familiares, con la novia, a la salida de las manifestaciones, en las noches de bohemia, en la soledad del cuarto con una grabadora de casete, siempre Serrat.



Joan Manuel Serrat en tiempos de Mediterráneo



Después encontré cómplices, una cofradía. Llegó María Soledad que cargaba un pequeño tocadiscos y sus long play, se apareció Tololón y Miguel Hernández y todo Serrat y el mono Mendoza que saboreando su ron, como buen cartagenero, en la alta noche salía de su silencio para cantar al Cristo de los gitanos y Mario que se subía a las estatuas y desde allí cantaba que el sol solo es el sol si brilla en ti, sólo vale la pena vivir para vivir y el Poeta Fajardo con su guitarra y la Mona Vicky y Hugo cantando a coro, en comunión, golpe a golpe, y Oscar que oía lejana una canción, palabras de amor de Marina a quien yo desconocía pero que a fuerza de evocarla la sentía cerca, y Patricia, dónde estará Patricia, mi fruto, mi pan mi historia de amor y Serrat cuidando siempre de nosotros, detectives salvajes en esas noches inolvidables de la ciudad blanca del verano, en Popayán donde fuimos inmortales.

Si se nos diera el privilegio de volver a nacer y escoger diez momentos, como se suele dar a escoger diez libros para lleva a la isla desierta, no dudo que uno de ellos es el día en que encontré sus canciones. Como no escogerlo si nos ha hecho mejores, menos peores, porque Serrat es también aprendizaje, sabiduría. La vida ha sido más grata con su música.

Ha pasado el tiempo. Como esos amigos son las canciones de Serrat. Ya no nos vemos como en aquellos tiempos y ya no las oigo como antes, pero viven en mí como Lucía, tan hermosa como el sol, Lucía que se fue y no supe dónde, que vuelve siempre con la canción de Serrat, Lucía la más bella historia de amor que tuve y tendré, una carta de amor que se lleva el viento a ninguna parte a ningún buzón.

En verdad, vivir son aquellas pequeñas cosas que las mató el tiempo y la ausencia, sin embargo, tienen boleto de ida y vuelta.


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