Dos poemas de Enrique Buenaventura


Mario Delgado-Noguera


Al contrario de las corrientes del mercado en boga hoy en día, donde también la cultura es un bien transable, Enrique Buenaventura (1925-2003), fundador del Teatro Experimental de Cali (TEC), fue un humanista que consideró la cultura y el arte un bien común y, por lo tanto, no se aisló de sus raíces sino que entabló un diálogo con la historia que enriqueció lo propio y lo situó en el momento actual. En su obra reflejó los procesos ideológicos y los conflictos sociales que han afectado a los colombianos y al ser humano moderno.

"La creación colectiva es quizá el aporte más significativo del maestro Enrique Buenaventura al teatro colombiano, latinoamericano y mundial creado a partir de la relación fecunda entre el Teatro Experimental de Cali y el teatro La Candelaria de Bogotá. La aplicación de este método permitió la formación y consolidación de muchos grupos teatrales en el país pues a través de este camino se produjeron obras que hablaron de la realidad política de Colombia, su historia, contada hasta entonces por las élites oficiales, produjo un crecimiento enorme de público juvenil y la construcción de muchas salas de teatro que aún hoy prestan sus servicios como Cali Teatro, La Máscara, Esquina Latina, para hablar solamente de Cali." (1)

Visitó en varias oportunidades Popayán en los tiempos de La Rueda y sus presentaciones en el Teatro Municipal eran el preámbulo crítico de una gran fiesta. Recuerdo sus puestas en escena de la obra de Brecht y, especialmente, Historia de una bala de plata. Era una de las tantas historias del continente y de Colombia que no fueron contadas en los colegios confesionales y que abrían los ojos estudiantiles a las contradicciones sociales.



El enemigo

El enemigo no da tregua.

fusila nuestros errores más queridos,

con nuestras debilidades

no tiene misericordia.

Ocupa nuestras vacilaciones en la noche,

nuestras ilusiones le sirven de camuflaje.

Asalta nuestra confianza,

su sombra se apodera de nuestras municiones,

nuestro buen corazón es el centro

de los círculos de su polígono

y su sonrisa

es el tiro de gracia.



Préstame idioma

Préstame idioma, tu herramienta,

tu hacha vertiginosa, tu lámina de saliva,

tu dulzura de mieles de la reina,

tu amargor, tu panal y tu escritura.

Tu esencia que precede al pensamiento,

que a su materia y su pulso da la forma,

préstame tu vuelo lejos de la rama,

tu profundo navegar con sombra de ballena.

Préstame, idioma, tu alta torre

con campanas a rebato arremetiendo,

tus góticos arcos, tus columnas

que sostienen delicadas y frágiles el cielo.

Es prestado, no más, para lavarlo

de impurezas y pústulas y heridas,

préstame tu enredadera verde y rosa,

préstame tus orquídeas robadoras

de savias ajenas, préstame idioma

tus maneras, tus giros invisibles,

tu esgrima de sables y cuchillos

y también tu puñal y tu pistola.

Préstame idioma, más de tu nutrido

arsenal y del jardín de rosas,

préstame, idioma, tu palabra

porque quiero decir algunas cosas.


(1)  Gabriel Uribe, Cien años de Buenaventura, La palabra, Universidad del Valle, 2024

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