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"Votaré por el No" (Cuento)

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Victoriano Lorenzo N o soy amanuense de nadie, y menos aún de quienes lideran la campaña por el NO a los Acuerdos de La Habana; no repito el sermón de quienes agitan el miedo al futuro como bandera; tampoco me pagan un solo peso por escribir este cuento. Lo hago porque veo que el porvenir de mi profesión y la supervivencia de mi familia están en peligro de desaparecer (el suicidio colectivo no dejará de ser una opción a contemplar), en particular, por ese punto tres del Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera y que se denomina Cese al Fuego y de Hostilidades Bilateral y Definitivo y Dejación de Armas. Hoy, me encuentro, literalmente, en la ruina y mañana – de seguir como venimos – la calamidad será aún mayor por culpa de ese Acuerdo para construir la paz que inventaron y firmaron Santos y Timochenko el pasado 26 de septiembre en Cartagena. Sí, ellos con su cuentico de los acuerdos para la terminacio

Muerte al sureste de la ciudad, una crónica

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Victoriano Lorenzo Tinajas E stoy parado sobre un puente de concreto; de norte a sur y viceversa desfilan por la calzada toda clase de vehículos. Para llegar al sitio que quiero visitar debo entrar primero al barrio Los Braceros y luego al Avelino Ull. Frente a mí, al pie de un árbol sobre la margen derecha de la quebrada, un grupo de muchachos me observa con inquietud. El viento se lleva el aroma a marihuana. No me dejo atrapar por el temor de saber que me encuentro en una zona de alto riesgo; les devuelvo una leve sonrisa y un rápido gesto. Así abrí la puerta de esta especie de territorio aparte e ingreso a él con la tranquilidad de quien no tiene nada que perder. Camino despacio, corriente arriba de la quebrada; no observo cosa distinta que el “río” para dejar suficientemente subrayado que es lo único que me interesa. Me adentro, mientras a mis espaldas una patrulla de policía motorizada decide devolverse de su ruta inicial y le pide identificación a algunos muchachos

Gabriel García Márquez, postmortem

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Por Victoriano Lorenzo, Popayán E l pasado jueves 17 de abril aconteció lo que todo el mundo esperaba: el fallecimiento de don Gabriel García Márquez , cuya obra literaria nos sacó del cesto del olvido para mostrarnos al resto del planeta mediante el recurso literario de aquel Macondo real y fantástico que es Colombia y América.  Las tintas de los eruditos y las de los no tan eruditos se derramarán sobre el blanco papel (SIC) para homenajearlo; recordarán el momento en que “Gabo se bajó de su Volkswagen 55 para saludarme, un día miércoles de Semana Santa, en Popayán”; se contarán anécdotas acerca del encuentro con Gabo que el destino– con sus jugadas inesperadas– frustró. Edén Pastora, por ejemplo, dijo: “Cómo sería la amistad que nos teníamos que hasta me dormí delante de él”. En fin, reguero de tinta y palabras por todos lados, tinta lacrimosa en algunos, cálida palabra en los más, inane en muchos,   elogiosa en todos. Porque serán muy pocos los que le agravien– no o

Una carta de Hernán Bonilla al sabio Caldas a propósito de los cambios hechos en el parque de su nombre, el principal de Popayán

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Popayán, 15 de febrero 2010. E stimado Francisco José. Antiguo billete con la imagen de Francisco José de Caldas Desde estas veredas tropicales en las que comenzamos a transitar por la segunda década de este siglo XXI, pero que parecieran dar lugar a un nuevo camino: el de las postrimerías de la vida en el planeta (veredas ayer frescas y casi frías, hoy ardientes y sofocantes); desde esta tierra que, según dicen, guarda tus huesos y te vio nacer, envío esta carta hasta el fondo de tu tumba, más allá del Panteón en el que te encontrabas, más allá de tus huesos, usando para su escritura una máquina asombrosa llamada procesador de texto. En un tiempo que no se medir, llegará la correspondencia a tus manos y como siempre, te resistirás a abandonar el descanso eterno y atender la lectura semanal de tan mamotrético asunto. Estás en tu derecho; más cuando te enteres de que quien te escribe soy yo, Victoriano Lorenzo, accederás a su lectura: en tu sabiduría conoces q