El pecado de ser original. Una semblanza de Simón Rodríguez
Una semblanza de Simón Rodríguez Eduardo Galeano E n América Latina, las estatuas que faltan son casi tantas como las estatuas que sobran. Una de las que faltan, o por lo menos escasean, es la de don Simón Rodríguez , llamado “El loco”. Este personaje de la primera mitad del siglo X1X parece de la semana pasada. Por ser digno de tanta memoria, ha sido condenado al olvido el hombre que cometió el imperdonable pecado de ser original. “Usted, maestro mío, me enseñó la libertad. Usted ha formado mi corazón para lo grande y lo hermoso”, le escribió el otro Simón, Simón Bolívar. A fines del siglo XVIII, los dos Simones cabalgaban por la llanura venezolana. Antes de dormir bajo los árboles, don Simón tomaba la lección al joven Bolívar. En 1797, en el puerto de La Guayra, Bolívar despidió a su maestro, que se marchó, disfrazado y con otro nombre, al exilio en Europa. La primera conjura por la independencia había fracasado y los amigos ...