Una ciudad cerrada al turista...
Mario Delgado P opayán , ocho y treinta de la mañana, un domingo de principios de febrero. El cielo es azul y al menos por la mañana no habrá lluvia. Por momentos, hay reminiscencias de las quietas y cuidadas ciudades medianas que quedan al sur, en Ecuador y Perú, pero es una ilusión. Basuras que no han sido recogidas, motorratones que pasan raudos sin ningún respeto a la señalización, calles que se abrieron para los trabajos del nuevo alcantarillado pero que nunca se han resanado, el rebusque...; presurosos y vistosos policías en sus motos relucientes sin interés ninguno en la protección ciudadana ni por los constantes atropellos al peatón. Algunos de aspecto bisoño les importa un comino que una moto o un auto se coman el semáforo en rojo en sus mismas narices. Si yo fuera un turista desprevenido que sale el domingo a recorrer las calles de esta ciudad que se precia de conservar su pasado de esplendor colonial, no podría tomarme un apetecido café pues no hay ninguno alrede...