Una ciudad cerrada al turista...

Mario Delgado

Popayán, ocho y treinta de la mañana, un domingo de principios de febrero. El cielo es azul y al menos por la mañana no habrá lluvia. Por momentos, hay reminiscencias de las quietas y cuidadas ciudades medianas que quedan al sur, en Ecuador y Perú, pero es una ilusión. Basuras que no han sido recogidas, motorratones que pasan raudos sin ningún respeto a la señalización, calles que se abrieron para los trabajos del nuevo alcantarillado pero que nunca se han resanado, el rebusque...; presurosos y vistosos policías en sus motos relucientes sin interés ninguno en la protección ciudadana ni por los constantes atropellos al peatón. Algunos de aspecto bisoño les importa un comino que una moto o un auto se coman el semáforo en rojo en sus mismas narices. 

Si yo fuera un turista desprevenido que sale el domingo a recorrer las calles de esta ciudad que se precia de conservar su pasado de esplendor colonial, no podría tomarme un apetecido café pues no hay ninguno alrededor del parque Caldas. El parque central después de su remodelación, no invita a caminar. Su verde de antes se fue. El perímetro externo, que era un refrescante prado con cuidados setos limitado por tradicionales andenes de piedra, fue levantado dando paso a un empedrado que resultó con sobrecostos.

El supuesto turista que ha llegado la noche anterior tampoco contaría con una oficina de turismo que le brinde información o un mapa callejero. Hay dos panaderías en el centro al estilo de las heladerías paisas con sus sillas metálicas, frías e incómodas, donde sale el olor característico de frituras con grasas trans que evitan acercarse.

A través de la puerta de hierro forjado del edificio de la alcaldía, se muele una música tropical a todo volumen que rompe la quietud dominical y en los patios coloniales penden avisos múltiples como si el lugar fuera una feria. Parece que los estamentos de siempre que se reproducen en cada elección, los dirigentes de la ciudad no se inmuta por la debacle progresiva de la ciudad.

Una ciudad con tantas posibilidades de caminatas, atracciones y encantos de su arquitectura colonial pero cerrada al turista...Hace cuatro años se clausuró el Centro Cultural Bolívar donde se podía apreciar el buen cine que generalmente no pasa en las carteleras del cine comercial.

Un accidente reciente en un cruce sin semáforo cerca de la Universidad del Cauca


Recientemente se ha levantado un movimiento amplio de ciudadanos cansados principalmente con las alcaldías de Ramiro Navia y Francisco Fuentes de la corriente política del ex-senador conservador José Darío Salazar. Están indignados pues se acerca apresuradamente la Semana Santa en Popayán y el síntoma más visible del avanzado deterioro y descuido de la ciudad son sus calles llenas de huecos que posiblemente impedirán que las procesiones se lleven a acabo. La Semana Mayor junto con el Festival de música Religiosa son los acontecimientos culturales más importantes para la ciudad pero también de esta semana depende el respiro económico para una de las urbes con mayor desempleo en Colombia.

Sin embargo, los esfuerzos de la alcaldía no se enfocan en planear la ciudad y su caótico tránsito ni hacerla atractiva al turista sino en prohibir las manifestaciones profanas. Una perspectiva retrógrada propia del pensamiento de quienes la gobiernan de manera coyuntural y cortoplacista.

El turista que sale a descubrir lo que le ofrece una de las ciudades colombianas que más podrían tener un ambiente amable el domingo por la mañana, no tendrá el apoyo suficiente para organizar su visita a Popayán. Es posible que se decepcione. La indolencia de sus dirigentes lo alejará del retorno.






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