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Video sobre la vida y la obra de Walter Tello

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W alter Tello fue uno de los ilustradores de la primera época del grupo  La Rueda  de Popayán. Ilustró con imágenes provocadoras el primer número de La Rueda, en 1979. Walter, un gran amigo de los tiempos de bohemia en los parques y en las tertulias a cielo y noche abiertas de Popayán. Eran los finales de los 70´s; a la ciudad universitaria llegaban tardíamente las influencias de la revolución en las artes y la creación de la anterior década, l os vitales 60´s y de la contracultura.  En esa época Walter empezaba su aventura con la pintura y era un profesor de Artes en la Universidad del Cauca pero al intolerante rector de entonces no le gustaba su excentricidad ni su pinta de hippie. 18 estudiantes de Humanidades fueron expulsados. El talante conservador del rector Bonilla Fernández evitó que Walter Tello continuara siendo profesor de la Universidad del Cauca, que se preciaba de ser liberal y librepensadora. Pueden ser solo palabras, que hacen crisis más agudas de cuando en vez,

Una ciudad en el imperio. Reseña del libro de Editorial Universidad del Cauca

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Mario Delgado Noguera  Una ciudad en el imperio. El gobierno, la política y la sociedad de Popayán en el siglo XVII de  Peter Marzahl, traducido por Gonzalo Buenahora E l libro trata sobre Popayán , una ciudad colonial de las márgenes del Imperio español en el siglo XVII después de la conquista, sede de una gobernación de la corona española, y sobre el amoldamiento de las ciudades coloniales al nuevo medio americano.  La ciudad, aunque una tradición ibérica y mediterránea, significó  para los americanos amoldamientos culturales para poder sobrevivir y para el Imperio español, un recurso para afrontar el problema de gobernabilidad de sus vastos dominios. Una ciudad colonial como Popayán, se diseñó para satisfacer formalmente los propósitos políticos de unidad, orden y control de la periferia del Imperio. Los españoles debieron entonces conciliar su añeja tradición urbana con las exigencias del control sobre los indios, en un medio ambiente distinto, inhóspito y tropical.

Un país a nuestra imagen

Carlos Fajardo Publicado en L e monde diplomatique A Colombia le fue negada durante toda su historia, por las clases no dirigentes sino dominantes, dicha democracia. Han sido años duros, precarios, cuyo resultado es en este caso una enfermedad mental de cultura.  Desconocedores de un verdadero proyecto moderno, solo transmitido –y a veces– a cuentagotas por muy escasos gobernantes; ingenuos frente a los discursos neoconservadores y neoliberales de última hora; sumidos en la idiocia de adoctrinamientos exquisitos; propensos a aceptar nuestra tragedia como un destino cruel e inevitable; huérfanos de espacios para la realización ciudadana, los colombianos sobrevivimos entre la dicha y el azote, la alegría de una fugaz victoria nacional y las matanzas rutinarias.  Así es nuestra vida, así también nuestras múltiples muertes. ¡Ah país, la sangre que derramas, la pasión que no mereces! Artículo completo

Nuevo libro de Guillermo Pérez sobre el cine colombiano del siglo XX

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El arduo trabajo académico tiene sus frutos en la Universidad del Cauca. Sin tratar de meterme pues no es mi campo en las honduras filosóficas que permitirían hacer una crítica del libro de Guillermo Pérez la Rotta, es bienvenida su nueva obra sobre el cine colombiano. Por medio de la reflexión sobre películas del siglo XX como Confesiones a Laura, María Cano, Los viajes del viento, La estrategia del caracol entre otras, Guillermo Pérez escribe sobre el devenir histórico de la sociedad colombiana, buscando por medio del cine y la comunicación escrita, un aporte a la construcción de una práctica política participativa que se necesita con urgencia en el contexto actual de nuestro país. El libro que recientemente ha presentado se llama Cine colombiano: estética, modernidad y cultura de la Editorial Universidad del Cauca. Los imaginarios religiosos, la cultura y la violencia política, la literatura y el cine, la urbanización, son algunos de los capítulos del

La guerra a muerte (Una carta de Tomás Cipriano de Mosquera a su sobrino Julio Arboleda)

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Gonzalo Buenahora Agencia de Noticias Vieja Clío. Popayán, 1862. La guerra a muerte –como todos nuestros abonados lo saben y reconocen- ha franqueado rampante por innumerables páginas de nuestra historia. Por su puesto, se ejerció con generosidad durante la conquista. Y durante la última etapa de la así llamada Pax colonial (tal vez de las pocas vigencias temporales medio tranquilas), fue imposible no apelar a esa aterradora modalidad de guerra, sobre todo en lo que concernía y concierne al apaciguamiento de las periferias violentas como las tupidas selvas del Darién y los confines de Veragua, las provincias de Santa Marta (la nación de los Chimilas) y Rio de la Hacha (la nación de los Goajiros), los espesos bosques del Opón (la nación de los Yariguies), el país de los Motilones, y el extensísimo reino de los Andaquíes, donde indios virulentos ejercían a finales del siglo XVIII y ejercen todavía la brutalidad a discreción. Entre nuestros lectores es casi mítica la decl