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La Revista La Rueda

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Tomado de Hipermnémesis, Bogotá, Moscú, Popayán, sin editar. Por Gonzalo Buenahora Durán. E n ese mismo período fue que sucedió que yo fuera conociendo a aquellos individuos que iban a ser mis amigos durante los próximos años en Popayán, y con los que poco a poco fuimos creando una sólida amistad que desembocó en variadas aventuras y en un taller literario que tuvo como consecuencia destacable haber publicado entre 1979 y 1985 siete números de una revista que pretendía agrupar a los poetas y cuentistas de la ciudad y que se llamó, no sé por qué razón, La Rueda .  El primero de esos individuos fue José María Serrano, bibliotecario de la universidad del Cauca, que había llegado de Santa Marta, con quien nos hicimos amigos con solo mirarnos y conversar una sola vez; José María padecía una enfermedad llamada esclerodermia, apodada por el vulgo “picoeloro” y que consiste en el degeneramiento y la desaparición del colágeno en el cuerpo. La persona se torna flaca, casi un esqueleto forrado en

Borges

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Borges Oscar Sakanamboy N ace en Buenos Aires en 1899 el poeta metafísico, el maestro lúcido y arbitrario a quien ofrendamos admiración. Miembro de una extraña sociedad secreta de sabios astrónomos, naturalistas, matemáticos, físicos y filólogos que exploran un planeta maravilloso y escéptico. Ese planeta que existe sólo porque alguien lo soñó. Al decir de M. R. Barnatan:   Un mundo de sombras intemporales que desde su eternidad nos dictan sus ritos, nos señalan nuestros espacios, signan al hombre que es sólo un destello tímido de todos los hombres encarnados en una Gran Sombra. Dioses que escriben la historia del universo con su caligrafía secreta, hombres que viven porque son los únicos espectadores de un suceso, sombras que copian el legado de otras sombras, elementos que se articulan minuciosamente para formar esa mitología de las tinieblas que Jorge Luis Borges ha construido, paciente, desde el instante en que perpetró sus primeras líneas hasta sus últimos poemas y n

Miradas a Tumaco, por Alfredo Vanín

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  Miradas a Tumaco. Tomado del blog 'El islario'. Por Alfredo Vanín E l nombre oficial de la ciudad es San Andrés de Tumaco. Su gran extensión rural lo convierte en uno de los municipios más grandes de Nariño y de Colombia. Hace límites con la Provincia de Esmeraldas (Ecuador), fronteras que solo demarcan un mapa, pero no una relación cultural fluida y llena de contradicciones: por un lado las relaciones familiares y comerciales a pequeña escala, y por otra la desastrosa movilidad del narcotráfico que la convierte en una zona de alto peligro. La carreta binacional está a punto de ser concluida y unirá por fin a las dos naciones que antes aprovechaban el mar y el río Mataje para transportarse solo por vía acuática. Como “fundación oficial” se tiene la del año 1.640, atribuida a un sacerdote. Pero sin embargo, es mucho más confiable la versión de unos esclavizados que huyen de las minas del Telembí y otros ríos mineros y crean un poblado muy cerca de donde se encuentra ahora T