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Borges

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Borges Oscar Sakanamboy N ace en Buenos Aires en 1899 el poeta metafísico, el maestro lúcido y arbitrario a quien ofrendamos admiración. Miembro de una extraña sociedad secreta de sabios astrónomos, naturalistas, matemáticos, físicos y filólogos que exploran un planeta maravilloso y escéptico. Ese planeta que existe sólo porque alguien lo soñó. Al decir de M. R. Barnatan:   Un mundo de sombras intemporales que desde su eternidad nos dictan sus ritos, nos señalan nuestros espacios, signan al hombre que es sólo un destello tímido de todos los hombres encarnados en una Gran Sombra. Dioses que escriben la historia del universo con su caligrafía secreta, hombres que viven porque son los únicos espectadores de un suceso, sombras que copian el legado de otras sombras, elementos que se articulan minuciosamente para formar esa mitología de las tinieblas que Jorge Luis Borges ha construido, paciente, desde el instante en que perpetró sus primeras líneas hasta sus últimos poemas y n

Barba Jacob

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Gonzalo Buenahora Ecos de la Historia Agencia de Noticias Vieja Clío. Ciudad de México,   1942. Barba Jacob “Toda inquietud es vana/la desazón soporta -me está diciendo a voces un amigo interior-/El minuto es florido, sonoro y halagüeño/el corazón del campo te dará su vigor para entrar en el último sueño...” A yer, miércoles 14 de enero, en esta ciudad, Porfirio Barba Jacob, seudónimo del poeta colombiano Miguel Ángel Osorio, murió de tuberculosis. Había nacido en Santa Rosa de Osos, Antioquia, el 29 de julio de 1883. Hijo de Antonio María Osorio y Pastora Benítez, el hombre se crio con sus abuelos en el poblado antioqueño de Angostura y en 1895 inició sus andanzas por varias ciudades del país, siendo la causa de tal actitud el que su primera novela, “Virginia”, fuera incautada por el alcalde del pueblo por "inmoral". La obra se perdió. Hastiado de la pacatería y la doble moral de los colombianos, en 1907 comenzó sus interminables periplos por Centroamérica y

Solar de Ian McEwan

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Mario Delgado C on el trasfondo del calentamiento global y escenarios que van desde el Ártico hasta un rincón camuflado de Nuevo México, pocas veces había leído una novela cuyo autor se burle tan descarnadamente de su protagonista. Este, su propia víctima, es Michael Beard, un físico cincuentón laureado con el nóbel, cuyo nombre está ligado al de Einstein en una combinación matemática famosa. Beard está en sobrepeso, es glotón, tiene a sus espaldas cinco matrimonios y un encubrimiento de homicidio y goza de un atractivo especial entre las mujeres gruesas y maternales. Ian McEwan (1948-   ) Tal es a grandes rasgos el personaje creado por el escritor Ian McEwan en su novela Solar publicada en 2011 y que ha caído a mis manos para mi diversión en vacaciones. Ian McEwan es uno de los autores británicos más reconocidos hoy en día. La novela también permite entrever, con las habilidades para la sátira y el humor que posee el autor de Operación Dulce y  Expiación , los entre

Canción nocturna de Leon de Greiff

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León de Greiff, 1931 E n tu pelo esta el perfume de la noche y en tus ojos su tormentosa luz. El sabor de la noche vibra en tu boca palpitante. Mi corazón clavado sobre la noche de abenuz. La noche está en tu frente morena, erguida y frágil y en tus brazos que un vello sutil aterciopela. La noche está en recónditos parajes de tu cuerpo: -la noche perfumada de nardo y de canela... La noche está en tus ojos brunos, iridiscente: constelaciones bullen en su vivaz burbuja. La noche está en tus ojos brunos, cuando los cierras: noche definitiva, noche agorera, noche bruja. En tus oídos toda la música de la noche se refugia, y te arrulla con vago susurro... En tus oídos, toda la música de la noche, y en  tu voz, y en tu risa, y en tu tácito llanto... En tu frente, su angustia latente insomne yerra, y en tu pecho amoroso, su tormentosa luz. En la noche sortílega, sortílego discurro... El sabor de la noche vibra en tu boca palpitante. tus manos son dos pálida

Muerte al sureste de la ciudad, una crónica

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Victoriano Lorenzo Tinajas E stoy parado sobre un puente de concreto; de norte a sur y viceversa desfilan por la calzada toda clase de vehículos. Para llegar al sitio que quiero visitar debo entrar primero al barrio Los Braceros y luego al Avelino Ull. Frente a mí, al pie de un árbol sobre la margen derecha de la quebrada, un grupo de muchachos me observa con inquietud. El viento se lleva el aroma a marihuana. No me dejo atrapar por el temor de saber que me encuentro en una zona de alto riesgo; les devuelvo una leve sonrisa y un rápido gesto. Así abrí la puerta de esta especie de territorio aparte e ingreso a él con la tranquilidad de quien no tiene nada que perder. Camino despacio, corriente arriba de la quebrada; no observo cosa distinta que el “río” para dejar suficientemente subrayado que es lo único que me interesa. Me adentro, mientras a mis espaldas una patrulla de policía motorizada decide devolverse de su ruta inicial y le pide identificación a algunos muchachos

El veneno de las elecciones colombianas

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Juan Gabriel Vásquez, en El Espectador 23 mayo 2013 Hace años, cuando Uribe nos decía que el país se iba a caer si no votaba a favor de su referendo contra la corrupción y la politiquería, nadie hubiera podido imaginar que en Colombia pudiera pasar lo que ahora está pasando. Más tarde, a finales de 2007, escribí una columna sobre el fracaso del referendo; de aquella administración dije que era, justamente, la más corrupta y politiquera de la historia. En esos tiempos, opinar contra Uribe era algo que simplemente no se hacía, a pesar de que la realidad era lo que era: el DAS infiltrado, la reelección comprada con notarías, el superintendente de notariado destituido por corrupción, los congresistas presos por corrupción, el presidente pidiéndoles que voten si no están en la cárcel, los magistrados y periodistas espiados y sus teléfonos chuzados: corrupción y más corrupción, corrupción acompañada de politiquería como no se había visto en Colombia. Y todavía ni siquiera había es