El último poblado del suroccidente caucano

 



Mario Delgado Noguera

En medio de la cordillera Occidental y de las estribaciones orientales del nudo de los Pastos se encuentran las planicies finales del valle del río Patía que ha iniciado el estrechamiento de su cauce y que ya hacia el suroocidente, en el territorio de Nariño, recibe los ríos Juanambú, Guáitara, Pasto y Pacual; el río Mayo que también es su afluente sirve de límite entre los departamentos. Luego el río quiebra la cordillera Occidental por la estrechez profunda de la Hoz de Minamá y se dirige hacia occidente, a la llanura del Pacífico colombiano.

Esperanzas del Mayo (Poblado a la izquierda) y cañones del río Patía y río Mayo



Se han hecho desde hace varias décadas proyectos de una hidroeléctrica en este estrechamiento del valle del río Patía, y la obra perdura en los imaginarios para aprovechar su encajonamiento pero no ha pasado de ser un mero proyecto. 

Por lo general, en esta parte final del valle del río Patía, hay pocas lluvias y sequedad durante la mayor parte del año y el clima es ardiente pues la altura declina desde la parte alta del valle de 1000 mts snm hasta los 600. Sin embargo, aunque es catalogado como un ecosistema de bosque seco tropical con precipitaciones de 1000 mm, a la fecha hay un prolongado período de lluvias que lleva ya un quinquenio y las laderas de las vertientes orientales de los municipios de Balboa, Leiva, El Rosario y Cumbitara se muestran con un verdor inusitado y en las cañadas que bajan hacia el río aparece una vegetación más frondosa. Es notorio por ejemplo que algunas plantas suculentas como los cactus que abundaban en esta parte ahora yacen plomizas, caídas y negruzcas, por la humedad que ya no pueden resistir. 

Confluencia de los ríos Mayo y Patía (Cauca y Nariño)


La vegetación de esta parte final del valle del Patía se compone de cactus, balsos y arbustos espinosos. Las vegas de las vertientes y los valles transversales de las quebradas Mojarras y Matacea, por ejemplo, se visten profusamente de amarillo cuando los guayacanes florecen en un espectáculo que se repite dos o tres veces en el año. Hay numerosos sembríos de cítricos, papayos, maní y de plantas rastreras como las sandías y zapallos que compiten por el agua escasa. Una gran variedad de aves y sus cantos son notorias y se encuentran zarigüellas o raposas, venados, serpientes cazadoras y armadillos.

En los límites suroocidentales del municipio de Mercaderes, en las últimas terrazas que se han formado en las vertientes finales del valle como depósitos aluviales de varios niveles de espesor, se asienta la vereda de Esperanzas del Mayo o Altos del Mayo que es atravesada, en una prolongada recta, por la vía Panamericana en su tramo final por el Departamento del Cauca, muy cerca de la confluencia de los ríos Mayo y Patía. (Georeferenciación: N 677.696,88 E 971.823,06).

Luego la carretera continúa para encontrarse con el puente sobre el río Mayo que marca el mencionado límite interdepartamental. Muy cerca, en una planicie, está el pujante corregimiento de Remolino, centro comercial que pertenece al municipio de Taminango, cruce de caminos, con buen clima, y aposento de casas de descanso de los pastusos y de gasolineras qué surten a los vehículos del combustible necesario para recorrer los 100 kilómetros que separan este corregimiento de la ciudad de Pasto. 

La cordillera Occidental que se dirige hacia el norte y que alberga los municipios nariñenses de Cumbitara, El Rosario y Leiva, y el caucano de Balboa fueron lugares donde la ex guerrilla de las FARC tenían su dominio territorial y su autoridad antes los Acuerdos de Paz qué se llevaron a cabo en el gobierno de Juan Manuel Santos (2010-2018) cuya firma ocurrió en 2016 en el teatro Colón. Ahora estos territorios están sometidos a varios y violentos grupos ilegales que amenazan a líderes sociales, se sustentan y que luchan entre sí por los cultivos de hoja de coca y por los laboratorios para hacer su derivado, la cocaína, qué se distribuye allende la cordillera hacia los múltiples cauces y ríos que desembocan el océano Pacífico para alcanzar los mercados internacionales.


Vegetación de la parte final del valle del Patía (Cauca)



El poblado de Esperanzas del Mayo no tiene más de 20 años. Nació a orillas de la recta mencionada de la carretera Panamericana como consecuencia de una prolongada sequía en 2005 qué hizo que los pobladores de la Cruz de Mayo, un caserío situado a más altitud, poblado de agricultores de maíz y pancoger, ocuparan estos terrenos y finalmente se aposentaran después de algunas luchas y tribulaciones jurídicas.  Es una población generalmente olvidada por las autoridades del municipio de Mercaderes y visitada solo en épocas electorales, como lamentablemente sucede en el resto de Colombia. La mayor parte de ella procede de esa migración interna y varias trabajan en las urbanizaciones y fincas campestres de recreo y descanso del corregimiento vecino de Remolino. No cuenta con alcantarillado ni recolección de las basuras. El centro de salud es inexistente. El agua, transportada allende el río Patía, es ocasional y de mala calidad. En esta época prolongada de lluvias las calles destapadas se inundan y se hacen difícilmente transitables.

Con la pandemia por el Sars-Cov2 y sus variantes, muchos restaurantes y pequeños negocios cerraron  lo largo de la carretera Panamericana. El viajero puede observar consternado el abandono de Esperanzas del Mayo, una escuela con un profesor ocasional, pocos alumnos, pequeños y lúgubres negocios que sobreviven de los autos que no esperan llegar a Remolino para comprar alguna cosa urgente como agua o reparar una llanta. Los exuberantes puestos de fruta, tan comunes más al norte, aquí faltan y el invierno persistente ha hecho un fangal de sus calles. 

No esta de más poner suficiente atención de parte del municipio de Mercaderes y de la Gobernación del Cauca a este poblado, que contrasta con la relativa pujanza de su vecino, el corregimiento de Remolinos.


The last town in the southwestern Cauca region


In the middle of the Western Cordillera and the eastern foothills of the Pastos knot are the final plains of the Patía river valley, which has begun to narrow its course and which already towards the southwest, in the territory of Nariño, receives the Juanambú, Guáitara, Pasto and Pacual rivers; the Mayo River, which is also its tributary, serves as a boundary between the departments. Then the river breaks the western mountain range through the deep narrowness of the Hoz de Minamá and heads west, to the Colombian Pacific plain.

For several decades there have been projects for a hydroelectric plant in this narrowing of the Patía River valley, and the project remains in the imagination to take advantage of its confinement, but it has not gone beyond a mere project.

Generally, in this final part of the Patía river valley, there is little rainfall and dryness during most of the year and the climate is hot as the altitude declines from the upper part of the valley of 1000 meters above sea level to 600 meters above sea level. However, although it is classified as a tropical dry forest ecosystem with rainfall of 1000 mm, to date there is a prolonged period of rainfall that has lasted for five years and the slopes of the eastern slopes of the municipalities of Balboa, Leiva, El Rosario and Cumbitara are shown with an unusual greenness and in the ravines that descend to the river appears a lusher vegetation. It is notorious for example that some succulent plants such as cactus that were abundant in this part now lie leaden, fallen and blackish, due to the humidity that they can no longer resist.

The vegetation of this final part of the Patía valley is composed of cacti, balsos and thorny bushes. The meadows of the slopes and the transversal valleys of the Mojarras and Matacea streams, for example, are profusely dressed in yellow when the guayacanes bloom in a spectacle that is repeated two or three times a year. There are numerous citrus, papaya, peanut and creeping plants such as watermelons and pumpkins that compete for scarce water. A great variety of birds and their songs are notorious and there are opossums or foxes, deer, hunting snakes and armadillos.

In the southwestern limits of the municipality of Mercaderes, in the last terraces that have formed in the final slopes of the valley as alluvial deposits of various levels of thickness, sits the village of Esperanzas del Mayo or Altos del Mayo that is crossed, in a long straight line, by the Pan-American Highway in its final stretch through the Department of Cauca, very close to the confluence of the Mayo and Patía rivers (Georeferencing: N 677,696.88 E 971,823.06).

Then the road continues to meet the bridge over the Mayo River that marks the aforementioned interdepartmental boundary. Nearby, on a plain, is the thriving village of Remolino, a commercial centre that belongs to the municipality of Taminango, a crossroads, with good weather, and home to rest houses for the locals and gas stations that supply vehicles with the fuel needed to travel the 100 kilometres that separate this village from the city of Pasto.

The western mountain range that heads northward and is home to the Nariño municipalities of Cumbitara, El Rosario and Leiva, and the Cauca municipality of Balboa were places where the former FARC guerrillas had their territorial domain and authority before the Peace Agreements that took place in the government of Juan Manuel Santos (2010-2018) whose signing took place in 2016 in the Colón Theatre. Now these territories are subjected to various and violent illegal groups that threaten social leaders, sustain themselves and fight among themselves for coca leaf crops and laboratories to make its derivative, cocaine, which is distributed beyond the mountain range to the many streams and rivers that flow into the Pacific Ocean to reach international markets.

The village of Esperanzas del Mayo is no more than 20 years old. It was born at the edge of the straight road of the Panamerican Highway as a consequence of a prolonged drought in 2005, which caused the inhabitants of Cruz de Mayo, a hamlet located at a higher altitude, populated by corn and wheat farmers, to occupy this land and finally settle there after some legal struggles and tribulations. It is a population generally forgotten by the authorities of the municipality of Mercaderes and visited only at election time, as unfortunately happens in the rest of Colombia. Most of them come from internal migration and several work in the urbanizations and country estates for recreation and rest in the neighbouring village of Remolino. There is no sewage or garbage collection. There is no health center. Water, transported up the Patía River, is occasional and of poor quality. During the prolonged rainy season, the unpaved streets are flooded and difficult to drive on.

With the pandemic of Sars-Cov2 and its variants, many restaurants and small businesses have closed along the Panamerican Highway. The traveller can observe in dismay the abandonment of Esperanzas del Mayo, a school with an occasional teacher, few students, small and dismal businesses that survive on the cars that do not expect to arrive in Remolino to buy something urgent like water or repair a tire. The lush fruit stands, so common further north, are missing here and the persistent winter has made a muddy mess of its streets.

It does not hurt to pay enough attention from the municipality of Mercaderes and the Governor's Office of Cauca to this town, which contrasts with the relative strength of its neighbour, the village of Remolinos.








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