Un poema de Cristóbal Gnecco
El espejo de la historia
se ha astillado
ya no somos ellos
ni somos ya nosotros.
Cristóbal Gnecco |
Ahora que ingreso
en los espacios derruidos
donde sólo las tinieblas
se adueñan de las cosas
y danzas caducas
se bailan al ritmo
de violines muertos,
me doy cuenta
de que también
el polvo
se acumula en las personas
y las cosas que piensan
se van oxidando lentamente
por no subir
por los senderos empinados
por no asomarse
a la luz del día
donde todo se repone
y purifica.
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