El café Alcázar de Popayán


Mario Delgado Noguera

"El tiempo implacable, el que pasó, siempre una huella triste nos dejó...qué violento cimiento se forjó...llevaremos sus marcas imborrables..." Pablo Milanés.


Al llegar a España hace tres años cayó en mis manos un pequeño libro de George Steiner. En él se planteaba que Europa, sus ideas y su historia, se habían construido y destruido en uno de los muchos cafés que saltan en la calle para atrapar a quien quiere tomar un café cargado, leer el periódico, hacer una tertulia o pasar un rato principalmente si ya hay frío en las calles. Este filósofo francés decía que los cafés eran uno de los elementos esenciales del ser europeo y de su civilización. Su ensayo me motivó a ser un asiduo de ellos en Barcelona tratando de llenar su carencia en Popayán.

La esquina del café Alcázar en el centro histórico de Popayán
A finales de los 70 y principios de los 80 era muy importante para el grupo 'La Rueda' el café Alcázar en una esquina céntrica de Popayán. El café era el centro del debate y el chisme en la ciudad universitaria. Aún puedo imaginar los pausados y lentos sorbos de Oscar Sakanamboy a su tinto y al vaso de agua que tradicionalmente lo acompañaba. En el atardecer y en no pocas noches aparecía en la mesa una media botella de aguardiente caucano y se podía mezclar los brebajes en un carajillo aromático. El café Alcázar se acabó con el terremoto de Popayán en 1983.

Quizás la ausencia de cafés en la actualidad acentúe la nostalgia de las mañanas frías y de los inviernos recorridos por Jaime Cárdenas en las calles de Popayán y su refugio en el Alcázar donde no se equivocaría en encontrar alguien del grupo con quien compartir sus ansiedades poéticas, sus lecturas, protestas y manifiestos.

O ver aparecer a Tolo, ahora convertido en un mito urbano, en la puerta enrejada con su impercedera mochila cargada y con el más reciente rumor o al mono Mendoza con el ejemplar de El Liberal prestamente arrebatado por Bonilla o a Luisa Fernanda Vallejo o a la mona Vicky Ospina invitando a que la tertulia persistiera y continuara irrenunciable bajo las viejas araucarias nocturnas del parque Caldas.

"El café es un lugar de encuentro y complot, de debate intelectual y chismorreo, el lugar del flâneur y del poeta o del metafísico con sus infaltables cuadernos. Está abierto a todos y sin embargo también es un club, una francmasonería de reconocimiento político o artístico y literario, de presencia programática. Una taza de café, un vaso de vino, un té con ron franquean el paso a un local donde se puede trabajar, soñar, jugar ajedrez o simplemente pasar el día cómodamente. Es el club del espíritu y la "lista de correos" de los que no tienen domicilio" dice el vienés George Steiner en su ensayo. El café Alcázar, El Zancudo, o la Flauta Mágica eran la herencia de la vieja Europa mantenida en el centro de Popayán.

Ahora -con las colas de los desplazados por el régimen ante las oficinas del gobierno que los maltrata, las interminables obras de destrucción del paisaje en el parque Caldas, el batallón de desempleados y rebuscadores que con ojos ávidos busca la oportunidad en el centro-, resulta nostálgico imaginarse la quietud de la esquina del Alcázar en Popayán después de la hora del almuerzo cuando se buscaba el tinto para sobrellevar la hora boba o esa misma esquina transformada en la esquina del movimiento a las seis de la tarde de un viernes cultural en los preámbulos bohemios del fin de semana.

Nota al 3 de febrero de 2020

Los cafés, por fortuna, han proliferado no solo en el centro de Popayán. Se han extendido hacia el norte. En el Centro histórico de la ciudad, apabullado por el ruido, las ventas ambulantes y el exceso sin control alguno de carros y motos, pueden verse, entre las 10 y las 11 de la mañana, las cafeterías llenas. Van desde las sofisticadas, con sus rituales del café y baristas, a las tradicionales donde venden los buenos desayunos baratos, como la cafetería Soratama, frente a Santo Domingo. En la esquina de la 5ª con 3ª, esta la cafetería donde en los días hábiles se encontrará a Giovanni Quessep, sale a comprar El Tiempo y charla de sus anécdotas insuperables sobre los literatos que conoció y los libros que ha leído. Sin embargo, el ruido de una de las esquinas más transitadas del centro histórico de Popayán, no permiten oírlo con claridad.

Nota al 15 de marzo de 2020

En medio del bombardeo de los medios por el COVID-19, hay tiempo para leer. Hace unas semanas murió George Steiner. Javier Marías, el escritor español y columnista de El País Semanal, cuyos excelentes escritos los espero cada fin de semana, recuerda a Steiner y los libros que no se escribieron o se perdieron.


Nota al 24 de noviembre de 2023

Estas notas han seguido en otro punto de este blog, donde relato mi paso por varios cafés de Popayán y de los lugares donde he viajado. https://mariodelg.blogspot.com/2011/06/los-cafes-de-popayan.html

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