Un poema de Seamus Heaney
La tensión y el vacío alrededor de aquel espacio
cuando el coche para en la carretera, las tropas inspeccionan
el modelo y la matrícula y, mientras uno de ellos inclina la
cabeza
hacia la ventana, te percatas de que hay más
apostados en una colina, más adelante, que te apuntan atentos
detrás de fusiles mecidos que te controlan
y todo es pura interrogación
hasta que un rifle te hace una señal y avanzas
con aceleración despreocupada, vigilada
un poco más vacío, un poco agotado
como sucede siempre con este estremecimiento del yo,
sojuzgado, sí, y obediente.
Y continúas conduciendo hasta la frontera de la escritura
donde todo vuelve a suceder. Los fusiles en los trípodes;
el sargento con la radio portátil repitiendo
tus señas, a la espera del grito de autorización;
el francotirador que se entrega contigo
lanzándose sobre ti desde el sol, como un halcón.
Y de repente ya has cruzado, acusado pero libre,
como si hubieras pasado desde detrás de una cascada
a la corriente negra de una carretera asfaltada.
Dejando atrás vehículos blindados, circulando
entre los soldados apostados que acuden y se alejan
del parabrisas brillante como sombras de árboles.
(Del libro "La linterna de espino", editado por
Península/ Edicions 62, en traducción de Didac Pujol)
http://hemeroteca-paginas.lavanguardia.com/LVE01/PUB/1995/10/06/LVG19951006-042.pdf
http://www.amediavoz.com/heaney.htm
http://www.amediavoz.com/heaney.htm
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