Mi encuentro con la Barcelona de Juan Marsé

Mario Delgado

Mis recuerdos de Barcelona estaban influidos por el libro de Juan Marsé, Últimas tardes con Teresa, que lo había leído mucho tiempo atrás quizás iniciando la universidad en Popayán; desde ese entonces pensaba que el autor describe la Barcelona y sus clases sociales de una manera cruda y despiadada, no sólo era despiadado con sus lectores sino con sus mismos personajes. Quizás lo hacía para quitar a los lectores la idea romántica de la vida. Los dos personajes, Teresa y el Pijoaparte luchaban contra el mismo Marsé por salir adelante de una mera aventura de final del verano. A través de esas trescientas páginas se llegaba a ver un distanciamiento mayor entre los estratos, entre las clases de la industrial Barcelona de los 60. Ella de la burguesía catalana, él un charnego, que robaba motos.

Juan Marsé (1933-2020)

El mundo entonces seguirá igual y los putos acercamientos entre esas clases no valdrán la pena, servirán únicamente para hacer la novela, para palpar la realidad a través de la escritura. Crudo Marsé que acaba de morir. Las ilusiones y la esperanza de convivir entre una burguesa y un español inmigrante del sur que roba motos, se desvanecerán después de sólo una aventura pasajera en una noche de San Juan, una aventura quizás de vacaciones para ella, un pasatiempo que rueda disfrazado por toda la novela como algo más sublime.
Pensaba que definitivamente no era una novela reconfortadora. Todas las palabras y acciones de las niñas bien, de las discusiones universitarias de una izquierda de parla, salón y de barra, de los gritos furibundos de los activistas, todo al fin y al cabo disueltas en espuma que se deshace en el mar de la burguesía; todo lo que en principio fue conciencia de clase y igualdad termina en una imperiosa necesidad de apartarse, cómo huye Teresa de ese baile de andaluces enanos, de cantina con olor a sobacos, con olor a perfumes baratos. En ese entonces, no ubicaba el Guinardó ni el Carmel, los barrios barceloneses de la novela. Después de recorrer Barcelona en los primeros meses de 2007, aquellas calles de la novela, y luego, en el verano, mirar las verbenas del Poblesec, recordaba esa novela, que leída por el adolescente tardío de entonces en Popayán le impregnó de la desesperanza por las utopías.

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