Dos poemas de Hilda Restrepo en La Rueda 3

 

Mario Delgado Noguera


Ilustración de Augusto Rivera en La Rueda 3

Hilda Restrepo era en los tiempos de La Rueda una juiciosa estudiante de Derecho. Sin embargo tenía cercanía a las letras. Junto a esa facultad estaba la biblioteca central de la universidad donde éramos asiduos visitantes.  Hilda era amiga cercana de Óscar Sakanamboy; hablaban de arte, poesía, jazz y literatura en los parques de la ciudad universitaria.  Por supuesto, para encontrarse con ella y los demás, para un tinto o para mamar gallo, llegábamos al parque Caldas desde las facultades. No había celulares y los fijos eran un lujo. Empleábamos Telecom para llamar a las casas o para enviar telegramas. 

En julio de 1980, apareció el tercer número de la revista de La Rueda. Allí se publicaron estos dos poemas:


Amé de pronto 

su piel morena

y quise mezclarla 

con el tinto tibio

que tomaba.

Lo bebí p a u s a d a m e n t e 

sintiéndolo en cada sorbo

y qué dulzura de miel

se quedó en los labios.


PALABRAS


Venían a mí

replegadas de sabores

y angustias.

Como luces de bengalas

sobre la noche.

Pegaditas unas a otras,

hermanas del misterio,

cristales enmohecidos de tiempo.

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