Un viento de libertad

 UN VIENTO DE LIBERTAD

Jaime Cárdenas


Las palabras que utilizó Jesucristo para comunicarse con las gentes de su época influyeron en la relación tan fuerte que se estableció con ellas hasta el fin de sus días. Contrario a la tradición anterior, (salvo El Cantar de los Cantares), y posterior de su credo, la comunicación se establece con un lenguaje que viene a ser único por su riqueza en imágenes, en alusiones y representaciones conceptuales. No es arbitrario afirmar que había un poeta sin poemas en Jesucristo, como lo hubo en el Che.

Es posible que influyera su formación en la India en su primera juventud, tal como diversos historiadores afirman tuvo lugar, de tal manera que su viaje de aprendizaje a esas tierras determinaría un particular uso del lenguaje para trasmitir su pensamiento y su gran sensibilidad. La India para ese entonces ya había producido grandes obras de la literatura y venía con una notable tradición poética.

Detalle de la Pietá


Cuando se lee a Tagore, el premio nobel hindú de literatura, inmediatamente surge por asociación algunas frases y prédicas de Jesucristo. Cuando volvemos sobre una página de Osho o de Krishnamurti sucede lo mismo. Esa forma de mostrar todos ellos el mundo con relatos aparentemente simples, casi anécdotas anodinas tiene una gran fuerza, percibimos desde nuestras limitaciones la gran sabiduría que encierra. Allí están la historia de lo que sucedió con el sembrador, de aquel que sembró en tierra fértil, allá sus frases de libertad, de justicia, del viento y del mar y de la serenidad. Pero el poeta surge también cuando fustiga la hipocresía de los jueces y sacerdotes. Las comparaciones, los símiles, las metáforas son de una gran construcción y eficacia.
 

Cuando el imperio Romano con Constantino institucionaliza el Cristianismo como la religión del poder, termina definitivamente la fuerza poética y libertaria de la palabra de Jesús. Vendrán obras monumentales como la Divina Comedia, pero es otro aire el que se respirara, es el momento de la Historia. Lo que sigue es atosigante: pecado, maldad, diablos por todo lado, herejes - quemados vivos-, tinieblas, fuego eterno, maldiciones, culpa y más culpa, remordimiento, resignación. Conceptos y palabras todos estos que fueron ajenos en la prédica cotidiana de Jesús o no fueron el centro de su comunicación.

Hay un momento en que se retoma su poesía, la palabra vivificante, con San Francisco de Asís. En el bello poema Cántico del Hermano Sol, escrito en el siglo XIII, se vuelve a sentir ese halo de libertad, de verdadero amor, de naturaleza que trasciende en el predicador de Galilea. San Francisco le canta al sol como a su hermano y le agradece, ya en esos años vio a la naturaleza como la madre tierra, le canta al viento, a las estrellas, al fuego; son sus hermanos. Es una excepción, se vuelve después a la oscuridad.

Seguramente fueron las palabras del poeta Jesús las que animaron a uno de los Beatles, a George Harrison a escribir y componer su canción My Sweet Lord. Tal vez en la música el aire se vuelve más diáfano. Ahí hay una gran tradición, allí está Bach, para todos los tiempos.

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