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Mostrando las entradas etiquetadas como Popayán Colombia

Muerte al sureste de la ciudad, una crónica

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Victoriano Lorenzo Tinajas E stoy parado sobre un puente de concreto; de norte a sur y viceversa desfilan por la calzada toda clase de vehículos. Para llegar al sitio que quiero visitar debo entrar primero al barrio Los Braceros y luego al Avelino Ull. Frente a mí, al pie de un árbol sobre la margen derecha de la quebrada, un grupo de muchachos me observa con inquietud. El viento se lleva el aroma a marihuana. No me dejo atrapar por el temor de saber que me encuentro en una zona de alto riesgo; les devuelvo una leve sonrisa y un rápido gesto. Así abrí la puerta de esta especie de territorio aparte e ingreso a él con la tranquilidad de quien no tiene nada que perder. Camino despacio, corriente arriba de la quebrada; no observo cosa distinta que el “río” para dejar suficientemente subrayado que es lo único que me interesa. Me adentro, mientras a mis espaldas una patrulla de policía motorizada decide devolverse de su ruta inicial y le pide identificación a algunos muchachos

Una ciudad cerrada al turista...

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Mario Delgado P opayán , ocho y treinta de la mañana, un domingo de principios de febrero. El cielo es azul y al menos por la mañana no habrá lluvia. Por momentos, hay reminiscencias de las quietas y cuidadas ciudades medianas que quedan al sur, en Ecuador y Perú, pero es una ilusión. Basuras que no han sido recogidas, motorratones que pasan raudos sin ningún respeto a la señalización, calles que se abrieron para los trabajos del nuevo alcantarillado pero que nunca se han resanado, el rebusque...; presurosos y vistosos policías en sus motos relucientes sin interés ninguno en la protección ciudadana ni por los constantes atropellos al peatón. Algunos de aspecto bisoño les importa un comino que una moto o un auto se coman el semáforo en rojo en sus mismas narices.  Si yo fuera un turista desprevenido que sale el domingo a recorrer las calles de esta ciudad que se precia de conservar su pasado de esplendor colonial, no podría tomarme un apetecido café pues no hay ninguno alrededor

Yo viví el terremoto de Popayán: crónica de un sobreviviente

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Germán Mendoza El Universal, 31 de marzo de 2013 A las 8 horas 12 minutos y 5 segundos del 31 de marzo de 1983, un Jueves Santo que había sido precedido por tres días de calor inusitado y por un aguacero torrencial de dos horas la víspera, a los habitantes de Popayán nos estremeció un poderoso ruido de avión a propulsión, cercano y aterrador, seguido por un movimiento vertical repentino y breve, y luego otro movimiento horizontal más prolongado, hasta terminar en un impacto seco, como si dos enormes tractomulas se hubieran chocado de frente. Fueron 18 segundos interminables de un terremoto de 5.5 grados en la escala de Ritcher, que destruyó a Popayán hace 30 años. Según el Instituto Geofísico de los Andes, el epicentro del sismo fue ubicado a 46 kilómetros al suroeste de la ciudad y el hipocentro a 4 kilómetros de profundidad, y la energía liberada fue equivalente al estallido de 500 toneladas de TNT o a una explosión nuclear de 10 kilotones. Una mujer mira desconc

Presentación en la solapa del libro de la Rueda

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Este breve texto lo ha escrito Oscar Sakanamboy para la solapa del libro de La Rueda que se está imprimiendo en Pasto y que estará listo a finales de septiembre de 2013. Resume con gran acierto el aquelarre juvenil de esos tiempos. U n grupo de jóvenes, la mayoría universitarios, suscribía a manera de Manifiesto a finales de la agitada década del 70 del siglo XX, en el Centro Histórico de Popayán, el siguiente texto: ” No somos/ los libertadores del mundo/ encaramados en caballos galopantes,/ no tenemos toda la verdad/ encerrada en nuestras voces,/ no somos los únicos/ que podemos usar el verbo y la palabra,/ no encontramos muchas veces/ la esencia de las cosas porque se nos queda algo en ellas…/ no somos los mejores/ ni más queridos ejemplares de la especie/ y no permitiremos que nos juzguen/ quienes no nos oyen…”   Tal era el talante de los miembros del llamado Grupo Literario La Rueda .  Su verdadero aporte a la cultura de la época está por definirse. En el aquel