El grupo de la Rueda y sus actividades culturales en Popayán

Mario Delgado

Felipe García ha pedido a Gonzalo y a mí que hagamos sendos testimonios de La Rueda. Aquí va el mío.



Generación

Así era en las endiabladas noches del asombro:
luchaba por obtener el pasaporte del sueño
Adelante, la compañía de embriagadores
y su adorada música de sándalo:
el escanciador de soledades
en medio, toda la tropa de rapsodas:
los ungidos por la vanidad de las palabras,
los destronados
los invictos
en retaguardia, la compañía dejada en el camino,
el enlace posible de otros días
y más atrás aún, el quieto uniforme de visita,
el adormilado ladrón de cafetines,
el abandonado

Cristóbal Gnecco en La Rueda 5




La arquitectura colonial y blanca del centro de Popayán, con sus plazuelas y parques, fue el lugar propicio para que un grupo de jóvenes, la mayoría estudiantes de la universidad del Cauca, conformaran un movimiento cultural que llamaron La Rueda. 

Eran una curiosa amalgama de hombres y mujeres en sus veintes, provenientes de la provincia colombiana, muchos con resabios de colegios confesionales, otros con el mayor recorrido vital que prestan los colegios públicos. Cuando ya se organizaron alrededor de la publicación de una revista que alcanzó siete números en dos épocas, seguían prefiriendo sus reuniones en los parques al amparo del ambiente benévolo y provinciano del Popayán de la época de fines de los setenta y comienzos de los ochenta. El entusiasmo editorial de Cristóbal Gnecco hizo posible, por otra parte, transcribir los textos en esténciles, diagramar la revista con métodos rudimentarios y finalmente publicarlas con ilustraciones de la obra inédita de un artista.

Santo Domingo, Popayán
Creo que el cemento que unía a este dispar grupo de estudiantes era el ímpetu juvenil por la aventura de descubrir la literatura y la política. Y el agua para que ese cemento cuajara era el aguardiente del Cauca.

Con cierto retraso justificado por su quietud provinciana y por el apego soberbio y monomaniaco a pasadas grandezas y a sus miserias, llegaban a Popayán los movimientos tan fuertes y revolucionarios en muchos aspectos de la década del 60, la liberación sexual, la protesta estudiantil contra la guerra de Vietnam, la llamada contracultura.  

La música y el cine al que podía acceder en los florecientes cineclubes, Andrés Caicedo, el escritor caleño, con su innovación y rebeldía, la liberación sexual, la experimentación literaria, la sensación de un mundo nuevo y posible, la psicodelia que iluminaba las artes, el rompimiento... estaban presentes en las discusiones que se daban en La Rueda al calor de un vino en los parques payaneses de la época o en los encuentros en los cafés aledaños, en los patios añejos de la universidad o alrededor de un aguardiente.

Todos esos movimientos tuvieron como protagonistas a los jóvenes en muchas partes del mundo y llegaron a la somnolienta Popayán. A su vitalidad y a sus gritos de rebeldía y juventud. La pluralidad de las peticiones y aspiraciones de esas protestas contra lo esclerosado buscaban un mundo renovado y se unían a la ambición del Che por un hombre nuevo. Creo que fueron Juan Carlos López y Jaime Cárdenas, estudiantes de Derecho quienes lideraron en esa facultad, en Santo Domingo, una exposición en largos carteles de papel periódico con las consignas del mayo francés del 68:.. Prohibido Prohibir...La imaginación al poder…Los epígrafes de Cristóbal en sus poemas y editoriales contrastaban con lo caduco de los supuestos privilegios de los payaneses y las vanguardias.

Sin embargo, el bullente y contradictorio Popayán de finales de los setenta, su centro histórico, la universidad y principalmente su Liceo, también contribuyeron a que generaciones de estudiantes, entre ellos los de La Rueda, se percataron de los profundos abismos sociales que existían en Colombia, de la represión y exclusión ejercidas con astucia y arrogancia por su clase dirigente depredadora y excluyente, y que, para sortearlos y transformarlos, eran necesarios movimientos sociales.

Los poetas de la República española inspiraron 
las actividades culturales de La Rueda        


Tomando recuerdos de Hernán Bonilla, para los oídos menos curtidos en La Rueda llegaron palabras nuevas, conceptos y significados que rompían con lo establecido, protagonistas olvidados de la historia colombiana que no aparecían en los libros sesgados de texto, que abrían con fuerza el cerrado mundo imaginado hasta entonces, que “olían a justicia social”, y a necesidad de cambio.

Al releer lo escrito en las siete números, por estas bisagras, –la literatura y la política-, se percibe la tensión y las definiciones vitales de ese lejano grupo de jóvenes. Es más, los dos elementos forjaron las distintas actividades culturales de la Rueda e impactaron el futuro camino de sus integrantes, y permitieron que este movimiento liderara, como lo apunta el poeta Felipe García, por cerca de un quinquenio la actividad literaria de la ciudad y que tuvieran algún peso en la política universitaria por medio de representaciones estudiantiles y grupos que se conformaron bajo las distintas banderas del movimiento estudiantil. Por supuesto que el aguardiente, los amoríos, la aventura fueron los motores de las reuniones. Pero la bohemia, fue el elemento clave, pero no el último, indispensable para la elevación poética.

Página Literaria en El Liberal de Popayán
No sólo fue la revista el principal elemento de aglutinación del grupo, el producto de sus actividades en la cultura, sino Bitácora, un programa radial de los sábados en La Voz de Belalcázar y la Página Literaria dominical de El Liberal que estuvo a cargo de Germán Mendoza y que difundió la producción del grupo en ensayo, poesía y crítica; esa página llevada por Germán con cierta insospechada disciplina de periodista contaba además con una pequeña sección en la página dominical llamada "Marcha de la Cultura" que relataba el acontecer cultural semanal de Popayán.  

Inspirados en los escritores y poetas de la España republicana, la lectura de poemas y textos en los barrios y en los sindicatos también fue una actividad frecuente promovida por Lucho Calderón. El contacto con otros grupos culturales de Cali fue esporádico pero memorable con los poetas Zibara y Malatesta. Y con poetas itinerantes como Lobo de Manizales que dejaron varias anécdotas no tan felices para los bolsillos de los integrantes del grupo.

En el segundo periodo de la revista La Rueda, el grupo contó con contactos literarios más serios y reconocidos en el ámbito colombiano que publicaron sus escritos en la revista, entre ellos Juan Gustavo Cobo Borda, Giovanni Quessep, Emery Barrios, Gustavo Tatis, Ramón Garzón, Gustavo Wilches y Orietta Lozano. Los artistas Renzo Fajardo, María Victoria Uribe, Rodrigo Valencia y María Stella Perafán hicieron las carátulas de los últimos números. Se promovió un concurso de cuento que lo ganó Iván Ulchur, profesor de la Universidad del Cauca, a quién nunca se entregó el premio que era una máquina de escribir si bien se publicó su cuento en las páginas centrales de La Rueda.

El recuerdo del entusiasmo vital de esa época me ha movido a persistir en este proyecto… creo que a Gonzalo Buenahora le pasa algo semejante, aunque a él también lo moverá, como historiador, dejar impreso y preservar un momento de la historia reciente de Popayán.

Comentarios

aguaplaneta ha dicho que…
Querido Mario: hermosos recuerdos de una época movida entre la política, la literatura y para mi, la salsa. Gracias por estas remembranzas, Esperanza Cerón

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