El cine que veían los de La Rueda








El cine de los sábados en el cineclub de los Buhos de Popayán fue el lugar de encuentro de los amantes del cine de La Rueda. El cineclub funcionaba en el teatro Anarkos del centro comercial, el único en ese entonces. El Mono Mendoza se preciaba de ser un entendido y regularmente escribía una crítica, a veces ácida, en la Página Literaria de El Liberal que él dirigía. No le importaba ir sólo a las salas de Popayán como un verdadero cinéfilo. Varios repetíamos una y otra vez la película que nos había gustado. El problema era la plata para la boleta pues los bolsillos se vaciaban con prontitud el viernes en la noche. Esto producía cierta búsqueda insaciable en los ahorros de los más inesperados amigos.

Charlotte Rampling, fotografía de Helmut Newton


En la columna Marcha de la Cultura de la Página Literaria del periódico El Liberal de Popayán, se puede recrear los ambientes alrededor de las entradas de los desaparecidos Teatro Anarkos y Teatro Popayán. 



El cine club de la Alianza Francesa era otro refugio para los atropellados cinéfilos en ciernes. No se proyectaba cine en la Universidad del Cauca con excepción de algunos documentales semi-clandestinos en las residencias estudiantiles Tuto González y 4 de Marzo. En muchos aspectos la universidad sigue siendo un bastión conservador. Estábamos emocionados con poder ver El último Tango en Paris sin importar que debía bajar al barrio la Esmeralda a ver la película en la sala Palacé, X, -así había sido calificada-, de los bajos del Playboy discotheque. esta película había sido censurada por el franquismo que estaba en sus postrimerías.


If..Crítica de Germán Mendoza en El Liberal
 22 de junio de 1980
If de Lindsay Anderson, la rebelión lírica de los jóvenes y la destrucción del poder; Viridiana, la magnífica e irreverente película de Luis Buñuel calificada como blasfema por L´Osservatore Romano, Peckinpah y su Pandilla Salvaje, Bertolucci y palpar con los ojos la crudeza del fascismo italiano en Novecento; la vaca pinta en el diván de la sala burguesa del discreto encanto de Buñuel otra vez; la adoración y la espera incansable por la nueva película de Kubrick, el caballo blanco como fijación sexual en Eqqus, Catherine Deneuve como una de las caras de las mujeres inexplicables en un pueblo de Castilla; la laxa, trágica y decadente vida del Gran Gatsby, la historia procaz de Lenny, el malogrado cómico; el neorrealismo italiano de Antonioni: Blow-up, Zabrinsky Point; Passolini; Herzog, alucinado, llevando un barco por encima del piedemonte selvático de los Andes; el viaje de Julia en pleno nazismo basada en la novela Pentimento con las inolvidables Jane Fonda y Vanessa Redgrave, la música que vuelve siempre y que hace más demencial al ingenuo Cowboy de Medianoche en una descarnada New York con sus fiestas warholianas; Bob Fosse y el poder que mata, El Graduado de Mike Nicholls, el humor de la primera vez de un promisorio muchacho californiano de 21 años y el resquebrajamiento del ideal del american way of life, la lírica del amor y la música de Anónimo veneciano, Milos Forman con la fuerza del hado, las coreografías y la rebeldía de Hair, y la protesta por la guerra de Vietnam, eran algunas de las cintas que maduraron la cinefilia de La Rueda.

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