Al mes de la emergencia de Rosas, Cauca

 

Crónica de un viaje por la variante Peaje El Mango-Rosas, Cauca

Mario Delgado Noguera

Corrí con suerte o hice el ejercicio mental de pensar que si salía temprano de Remolino (Nariño) toparía con una cola larga de vehículos en el peaje de El Mango, lugar de la Panamericana (Ruta 25, según Google maps) donde se desprende el carreteable, por no decir trocha, al municipio de La Sierra, en el Cauca. Así que salí hacia el norte sin prisa, a mediodía. La fila era corta, como lo había previsto, y solo esperé un cuarto de hora para que se iniciará el viaje de una caravana de vehículos en el sentido sur-norte. Le pregunté a un conductor de un pequeño tanquero de gasolina que había conversado con un policía sobre qué le había dicho sobre el estado de la vía. Me dijo que estaba transitable. Los demás agentes, tres o cuatro, se encontraban chateando y con cara de pocos amigos. Me correspondió ir detrás del mencionado vehículo y como hacía tiempo seco había mucho polvo que por momentos nublaba la visibilidad en la tarde soleada. 
 
Paulatinamente el paisaje cambiaba y dejaba ver lugares inéditos para mí. Al nororiente se podía observar el valle del río Guachicono que se estrechaba al entrar en sus fuentes, y al occidente, las cadenas montañosas recortadas por las luces y sombras del temprano atardecer con reflejos del mar y el inicio abrupto del valle del Patía. El cerro de Munchique se lo veía imponente, lejano y azul. Estaba mirando de cerca el Macizo Colombiano.


El Macizo Colombiano



Luego, el camino permitía adentrarse en un paisaje pretérito, palpable en la construcción antigua de las casas de la orilla, en los rostros tímidos de los campesinos, en los viejos árboles musgosos que ya no se observan por la Panamericana habitual. Viejos y desvaídos carteles electorales de políticos caucanos que no gestionaron la comunicación del departamento con el sur, ondeaban como testigos dolorosos de su ineficiencia. No podía faltar los anversos de las señales de tráfico con letreros hechos a prisa por las Disidencias de las Farc, aquellos de Mordisco, que usan los cansados e inútiles métodos de antes de la paz para hacerse notorios. Se pasaba por pequeñas veredas, acueductos comunales a la orilla de la carretera, pequeñas y recientes tiendas donde se vendía agua, gaseosa o panela. 

Avancé en primera y segunda marcha, con constantes frenazos o en las cuestas, impulsos y alejamientos de los otros carros para no sucumbir entre el polvo y la falta de buena visión; ocasionalmente podía ver en el occidente la gran cicatriz en las laderas del cerro Broncazo que dejo el deslizamiento por la saturación de agua y que ocasionó la destrucción del largo tramo de la Panamericana. Un mes separaba este viaje del inicio de la emergencia el 8 de enero del 2023. Un mes de emergencia que dejará también su cicatriz en el índice de inflación en el suroccidente colombiano como bien lo ha dicho el ministro José Antonio Ocampo.
 

Publicación el diario El Liberal de esta cónica



Casi tres horas y 15 kilómetros estaba se podía ver el larguero de casas del municipio de La Sierra. Un pueblo vivaz y móvil, alegre con su gente que ya no se inmuta ante la larga fila de pequeños camiones y buses que transita por su calle principal llena de negocios. Se puede ver un inhóspito edificio de la Alcaldía y luego ya en una carretera de dos vías, asfaltada y en buen estado, se llega al pueblo de Rosas que ha dado su nombre a esta emergencia nacional. No pude dejar de recordar que su denominación proviene del general Avelino Rosas, liberal de la guerra de los Mil Días que nació en este municipio.  Contrario a los seguidores del español Fray Ezequiel Moreno, -clérigo fanático y venerado por algunos pastusos recalcitrantes, elevado a los altares por el retardatario papa Juan Pablo II-, el general Avelino Rosas murió en Puerres, Nariño, rematado a tiros por los conservadores, enardecidos y fanatizados por la creencia de que "el liberalismo es pecado". Fue liberal y masón, compañero y subalterno de Maceo, durante la guerra de emancipación de los cubanos contra España.

A pesar de sus remembranzas históricas, Rosas carece de la vivacidad de La Sierra aunque cuenta con un parque divertido al lado de su iglesia. Opaco en le cruce de caminos, sin una debida señalización para los vehículos en esta emergencia, al menos, pasar por sus calles, deja sentir la esperanza de estar cerca de Popayán. 
 
Una larga fila de pequeños camiones y buses espera en la carretera su turno para iniciar el trayecto a la mañana siguiente en el sentido norte-sur. Tampoco se puede dejar de pensar que más allá de los estrepitosos avisos la construcción de vías alternas y de la promesa de una doble calzada entre Popayán y Pasto, están los afanes y tribulaciones que día a día deben hacer los viajeros comunes y que los hacen padecer de cerca la terquedad y la nimiedad de los intereses de los sucesivos dirigentes y políticos que no han podido conectar de una manera eficiente el sur de Colombia. Es posible que el gobierno de Petro no cumpla con la doble calzada Popayán-Pasto y si así sucede, el gobierno del cambio engrosará la lista de dirigentes que no cumplen lo que prometen.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Reseña histórica del cerro de las Tres Cruces de Popayán

Dos poemas de Enrique Buenaventura

De Federico García Lorca, un fragmento de Poeta en Nueva York

Los cafés de Popayán y de mis viajes