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Un reencuentro luego de treinta años: Una carta de Óscar Sakanamboy

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M ario.  P or esas cosas de la vida me doy cuenta que ahora vives en Barcelona, bella y luminosa ciudad, con su monte de los judios, el puerto, la arquitectura modernista y la catedral inacabada de Gaudí, que conocí en un caluroso julio de 1998 cuando hacia un periplo por la España de Machado y de Picasso y por la vieja Europa. Te he visto en una foto con sombrero de expedicionario, barba entrecana, cámara fotográfica y paisaje difuminado. Pero tambien me emocioné sobremanera al darme cuenta que esos chicos alucinados, contestatarios y bohemios que conformamos La Rueda, todavía damos de qué hablar en el aquelarre cultural de Popayán. Hasta se habla de publicar un libro sobre nuestro grupo, loable labor. He dedicado todo un fin de semana para ponerme al dia y evocar viejas èpocas: el entorno socio-cultural-etilico de que habla Gonzalo Buenahora y la contenida respuesta de Carlos Fajardo desde Bogotá rescatando el aporte literario del grupo y haciendo la critica literaria a los t

Los cafés de Popayán y de mis viajes

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  Mario Delgado Noguera  E n los setentas, El Café Alcázar, El Zancudo, o La Flauta Mágica eran la herencia y la esencia de Europa mantenidas en el centro de Popayán así como el Palatino lo fue en Pasto . Ahora los cafés son escasos, como si una prematura muerte hubiera saqueado los lugares del debate y del refugio, del espejo y la memoria. Según José Vicente Erazo, el dueño del café era Ignacio León Velasco. Dice que el Alcázar fue el lugar de la vida social de Popayán durante buena parte del siglo XX, un "lugar de encuentro y asilo del poeta, del político y del universitario". En la Universidad del Cauca hay varias cafeterías donde los alimentos hipercalóricos y rápidos dominan el escenario. La atractiva cafetería de Humanidades, con sus mesas de madera, su ventana amplia y su familiar tablero de avisos fue remodelada con el mal gusto de los muebles de aluminio barato que existen en la de Derecho, donde aprendices de abogados miran por el hombro al resto de univers

Gonzalo Buenahora actúa en documental sobre la vida cotidiana de Popayán en el siglo XVIII

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http://www.elliberal.com.co/index.php?option=com_content&task=view&id=53078&Itemid=88 Gonzalo Buenahora defiende la institución clerical chapetona en el siglo XVIII

Algo irreparable en las miradas

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A propósito de una visita a una exposición sobre la ciudad de Teotihuacán en Barcelona. Publicado en Expreso Suroriente , el magazin cultural que dirige Jaime Cárdenas. Mario Delgado Noguera L a época más floreciente de Teotihuacán ocurrió hace 1800 años. La metrópoli alcanzó una extensión de 22.5 km 2 . Las grandes deidades que regían la ciudad eran Quetzalcóatl, la serpiente emplumada y Tláloc, el dios de la lluvia y la fertilidad. Mantenía una gran actividad comercial que se extendía hasta más allá de la actual Guatemala. Asistí en Barcelona a una exposición sobre Teotihuacán, la ciudad de los dioses, que ilustra esta civilización a través de los aspectos más importantes de su cultura: la ideología, el poder y la jerarquía política, la arquitectura y el arte. Sendas serpientes emplumadas reciben al visitante con sus ojos pétreos. Luego el visitante se introduce en una serie bien elegida de objetos que demuestran la sofisticación de una civilización que dejó huellas

Un poema de Orietta Lozano publicado en La Rueda 7, febrero 1985

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ORIETTA LOZANO   P ERDIDOS ROSTROS Cuando el transparente velo, era siria, cuando el tambor, africana perdida entre rituales y serpientes mágicas, cuando el opio, una muchacha de Tánger desfilando entre los laberintos de la noche, cuando el harem, era todas y el bebedizo exuberante, cuando Transilvania, vampiro danzando entre el aullido de la luna, cuando el caos, el imperceptible ojo, que buscaba ese otro ojo que nos dá la medida del cosmos. En Ulan Bator me senté en el lupanar más exquisito y bebí vino en el casco plateado del guerrero que dejo su sueño en un charco de estrellas. Fui la perdida voz clamando al mar ese viaje infinito donde se confunde mi garganta y mi fémur y mi espalda con sus insaciables venas de agua y mito. Me estacione en el Hades esperando el descanso de la música, Y en ese sueño estacioné mi silencio, mi perdida voz, mi quietud en movimiento.

Ecos de la Guerra Civil Española en la provincia colombiana

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Mario Delgado Noguera H ace tres años, estando en Barcelona, hice un viaje al sur de Francia y conocí muy cerca de la frontera, a Colliure , un hermoso y pintoresco pueblo con un imponente castillo frente al mar Mediterráneo. Además de lo hermoso de su paisaje, el pueblo es conocido porque en su cementerio está la tumba del poeta Antonio Machado . Era el aire transparente y tibio en esa primavera. El apacible cementerio bordeado por rosales inmensos tenía numerosos visitantes y la tumba del poeta estaba llena de flores, dibujos, cartas. Dicen que es una tumba viva, en continuo movimiento por los objetos con los que los visitantes se comunican con Antonio Machado. Acompañaban al poeta vecinos de Colliure y quizás varios republicanos que habían de morir en el exilio, pues sus apellidos eran catalanes y valencianos. Antonio Machado (1875-1939) El poeta Machado no disfrutó mucho de ese pequeño y encantador pueblo mediterráneo con sus luminosas callejas y el mar de un azul i