Un reencuentro luego de treinta años: Una carta de Óscar Sakanamboy



Mario. 

Por esas cosas de la vida me doy cuenta que ahora vives en Barcelona, bella y luminosa ciudad, con su monte de los judíos, el puerto, la arquitectura modernista y la catedral inacabada de Gaudí, que conocí en un caluroso julio de 1998 cuando hacia un periplo por la España de Machado y de Picasso y por la vieja Europa. 

Te he visto en una foto con sombrero de expedicionario, barba entrecana, cámara fotográfica y paisaje difuminado. Pero también me emocioné sobremanera al darme cuenta que esos chicos alucinados, contestatarios y bohemios que conformamos La Rueda, todavía damos de qué hablar en el aquelarre cultural de Popayán. Hasta se habla de publicar un libro sobre nuestro grupo, loable labor. He dedicado todo un fin de semana para ponerme al día y evocar viejas épocas: el entorno socio-cultural-etílico de que habla Gonzalo Buenahora y la contenida respuesta de Carlos Fajardo desde Bogotá rescatando el aporte literario del grupo y haciendo la critica literaria a los tres libros publicados, el deseo ferviente de mantener la llama viva por los sobrevivientes. 


Gonzalo Buenahora, Rafael Albán y Laura Simmonds


Quiero saber de Tolo, de Gonzalo, de Lola, de Mendoza Diago, de Hilda, de mis tocayos óscares,de Albán y tantos otros que la memoria y la distancia me fallan. Cuando he ido a Popayán, de pronto me reconoce algún colega médico; pero mis amigos de antaño no los veo por esas calles del recuerdo. Lástima que ya no exista el Café Alcázar en la esquina del parque, porque la nostalgia me carcome el alma; a veces quisiera sentarme en la misma mesa, tomarme el café a largos sorbos, sin azúcar, esperando a mis poetas parturientos al borde de suicidios metafísicos, amores atravesados, esperar la tarde con sus arreboles y que llegue la noche que siempre es joven para que se produzca ese fenómeno que llamamos arte que no puede dilucidar la ciencia ni la psicología.

Todo esto es maravilloso, todavía existimos, respiramos y aspiramos a construir la obra. En mi caso particular, sigo escribiendo de cuando en vez. Escribí un relato titulado Otoño en el café-bar, hace 20 años en Buenos Aires; inédito y ahora en busca de editor. Te enviaré copia para que lo conozcas y me des tu valiosa opinión. Igual, un puñado de poemas posteriores. 

Encontré en tus blogs el poema que nos ata a la ciudad blanca, lo mismo el cuento: Días difíciles sobre los tiempos de La Rueda. Gran honor que me haces, lo digo de viva voz. Gracias a los buenos oficios de Jaime Cárdenas, te he podido encontrar, ahora espero que mantengamos este contacto epistolar. 

Un gran abrazo para ti y para los compañeros de ruta de La Rueda. 

Oscar.


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