De Federico García Lorca, un fragmento de Poeta en Nueva York




…Yo denuncio a toda la gente 
que ignora la otra mitad,
 
la mitad irredimible
 
que levanta sus montes de cemento
donde laten los corazones
 
de los animalitos que se olvidan
y donde caeremos todos
 
en la última fiesta de los taladros.
Os escupo en la cara.
 


Federico García Lorca (1898-1936)


La otra mitad me escucha 
devorando, orinando, volando en su pureza
como los niños en las porterías
 
que llevan frágiles palitos
 
a los huecos donde se oxidan
 
las antenas de los insectos.
 
No es el infierno, es la calle.
 
No es la muerte, es la tienda de frutas.

Hay un mundo de ríos quebrados 
y distancias inasibles
en la patita de ese gato
 
quebrada por el automóvil,
y yo oigo el canto de la lombriz
en el corazón de muchas niñas.
 
Óxido, fermento, tierra estremecida.
 
Tierra tú mismo que nadas
 
por los números de la oficina.
¿Qué voy a hacer?, ¿ordenar los paisajes?
¿Ordenar los amores que luego son fotografías,
que luego son pedazos de madera
 
y bocanadas de sangre?
San Ignacio de Loyola
asesinó un pequeño conejo
y todavía sus labios gimen
por las torres de las iglesias.
No, no, no, no; yo denuncio.
Yo denuncio la conjura
 
de estas desiertas oficinas
 
que no radian las agonías,
 
que borran los programas de la selva,
y me ofrezco a ser comido
por las vacas estrujadas
cuando sus gritos llenan el valle
donde el Hudson se emborracha con aceite.

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