San José del Guaviare

 

Mario Delgado-Noguera

Visité San José del Guaviare, con el ánimo de descubrir la ciudad como una puerta a esta parte del oriente colombiano. Ciudad pequeña e interesante que hace de límite entre la Orinoquía al norte y la Amazonía al sur. Esta ubicación le otorga una posición estratégica en la intersección de los dos ecosistemas, y cuenta con una biodiversidad rica y diversa. Era la ocasión para que un habitante andino como yo, conociera lugares distintos al paisaje cordillerano al que estoy acostumbrado. Un camino largo desde Popayán pues implica ir hacia el norte, cruzar La Línea, llegar a Bogotá, luego bajar a los Llanos, y dirigirse hacia el sur, hacia el límite entre los departamentos del Meta y el Guaviare. Todo por carretera pavimentada. El clima en San José del Guaviare es cálido y húmedo, típico de la selva tropical, con temperaturas que oscilan entre los 24 y 30 grados °C y una alta humedad relativa. La región presenta extensas llanuras, morichales, bosques tropicales y numerosos ríos y arroyos que desembocan en el río Guaviare, lo que contribuye a su riqueza hídrica y ecológica. Estas características geográficas promueven la biodiversidad de flora y fauna, haciendo de San José del Guaviare un lugar con un alto valor ambiental. La ciudad ha sido influenciada por la cultura llanera, evidente en la música, en su afabilidad, y en la gastronomía locales.


Departamento del Guaviare, Colombia


 Al caminar la ciudad se nota que es una ciudad con planificación moderna pues la mayoría de sus calles son amplias avenidas arborizadas donde se facilita el tráfico de personas y automotores, aunque es notoria la falta de una señalización y carece de buenos cafés. Cuando se pasea en el ocaso por el muelle, se ven atardeceres con sombras, nubes oscuras y colores que se elevan desde la selva amazónica. En el muelle atracan y navegan embarcaciones hacia el oriente para llegar a los poblados del río que se suceden hasta su desembocadura en el río Orinoco. Muchas de las etnias de este departamento viven en sus orillas. El río Guaviare es su afluente más caudaloso (1550 km).



Río Guaviare, cerca de San José del Guaviare

Los parques de San José del Guaviare no estan ocupados por el comercio informal; son variados y cercanos entre sí y sirven para el solaz de los habitantes de esta ciudad que es puerto sobre el río Guaviare. Al contrario de la capital del Cauca, los parques no son mercados callejeros pues han conservado su razón de ser: descanso, encuentro y naturaleza calmante en medio de las edificaciones citadinas. El parque central, rodeado de algunas edificaciones oficiales del departamento, tiene una vívida escultura  de una familia de los nukak, algunos de ellos se los ve en la ciudad, vendiendo pequeñas artesanías. 

Los nukak, cazadores-recolectores que habitan el Guaviare, que una vez fueran "descubiertos" en los principios de los años 90, hizo que su población se redujera en un 40%. Nómades, con amplia movilidad, son conocedores de una gran variedad de plantas comestibles y medicinales, entre ellas las palmas que producen el Asai, un fruto con propiedades antioxidantes, que se vende en forma de vino o helados en los comercios de la ciudad. 



Nukak que muestra los frutos de una palma.
Foto del libro de CH Langbaek, Antes de Colombia

Colonos a partir de principios del siglo XX, provenientes de Boyacá, Cundinamarca, Santander, Tolima principalmente, ocuparon la margen derecha del caudaloso río a principios del siglo XX llamados por el comercio y explotación del caucho cuyo centro de comercio se situaba en el poblado de Calamar, segundo municipio actual del departamento de Guaviare, que había sido la primera capital de la antigua comisaría del Vaupés. La colonización de los Llanos no fue siempre pacífica, aun en la memoria queda, además de los despojos,  el expediente de La Rubiera, una matanza de indios Cuiba en 1967. Cuando las autoridades de Venezuela y Colombia iniciaron la investigación, los procesados afirmaron de manera categórica que "no sabían que matar indios fuera malo". La colonización a lo largo de estas tierras y sus  ríos en busca de oro, la hoja de coca y el procesamiento de la misma hacen parte de las historias del recordado Alfredo Molano. Muchos llegaron a consecuencia de la Violencia, esa época de terror por las matanzas fratricidas entre liberales y conservadores. Actualmente, se presenta una grave deforestación en el suroccidente del Guaviare, en el área protegida de la serranía de Chiribiquete, impulsada por la codicia de la ganadería y de grupos que no se acogieron a la paz con las Farc. Más de un millón de cabezas de ganado han invadido ese territorio.

Según el antropólogo Reichel-Dolmatoff, para los indígenas que habitan la región, los ríos tienen un valor simbólico. Son para ellos las venas de la tierra, el vínculo entre los vivos y los muertos, los senderos de los antepasados. No solo son entonces las vías de comunicación en estas regiones colombianas donde hay pocas carreteras. La naturaleza es, como decía la poetisa Mistral, el natural alimento del alma.


Laguna Negra, San José del Guaviare

La serranía de la Lindosa y más hacia el suroriente, la de Chiribiquete (antes, el cerro Comején), estan compuestas por promontorios de roca arenisca, geológicamente mas antiguos que los Andes, reliquias que se yerguen de épocas pretéritas, del final de la ultima glaciación (Pleistoceno tardío). La erosión y los torrentes de la época invernal han formado formas caprichosas, cuevas y pasadizos que dan cobijo a retorcidas raíces que anidan entre las grandes rocas y a la fauna de esta zona de transición entre las sabanas y la selva. Misteriosas, invitan a la imaginación a viajar a tiempos remotos donde los habitantes dieron testimonio de su vida y cultura con las magníficas pinturas rupestres de hace 12000 años, que se encuentran cerca de San José, en el Cerro Azul. La vida anterior del planeta, con imágenes de animales extinguidos, escenas de cacería, hace patente la prehistoria y hace inolvidables las caminatas que se pueden hacer a lo largo de estas serranías. 

Este viaje fue el viaje de los contrastes. Los contrastes fuertes de la geografía de Colombia se despliegan en su máxima expresión, ofreciendo una buena experiencia para cualquier viajero. Atravesando dos cordilleras y sus valles, desde las mesetas interandinas del alto Cauca, el valle de Pubenza y el valle del Cauca, el paso por las neblinas y los túneles de la Línea y luego, descender al valle luminoso del Magdalena, alcanzar la sabana de Bogotá y bajar, atravesando la cordillera Oriental a Villavicencio, y descubrir la amplitud verde y los morichales del paisaje de los Llanos y, por último, llegar a los límites de la Amazonía. 


Referencias


Rivera, José Eustasio. La Vorágine: Una edición cosmográfica. Editado por Margarita Serje y Erna von der Walde. Bogotá: Universidad de los Andes, 2023.

Langebaek, Carl Henrik. Antes de Colombia. Bogotá: Editorial Debate, 2005.

Davis, Wade. El Río. Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica, 1996.

Molano A. La huella, en Otros niños. Testimonios de la infancia colombiana. Bogotá. El Áncora Editores.1993




 


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