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Mostrando las entradas etiquetadas como noche

Dos poemas de la década de los 80´s

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P ublicados en "El Caucano", diario de Santander de Quilichao, mayo 1990 Mario Delgado Embrujados vuelos Eran así las noches de los embrujados vuelos: desde el cuarto en penumbras nacía un poema levantado entre el vino y las estampas, y las palabras confundían los hábitos amaestrados por el tiempo, golpeaban a las cosas descubriendo en ellas los matices                                          ocultos de la sabiduría primigenia. Levantar el día Traté de levantar el día sumergirlo en un río hondo y claro y mojarme en su transcurso. Levantar el día y sostenerlo con los fulgores nocturnos de los alados sitios. He de cargar con ellos por las calles, sin una muesca en la faz corriente, ni un leve dejo entre las horas ni en los gestos.

Un poema de Lola Hurtado

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Lola Hurtado, teatrera y vital, vive en Silvia, Cauca y fue una de las mujeres del grupo La Rueda.  S e alzó la luna, la luna estaba llena y grande, el parque era azul blanco, parecía un valle lunar, fosforescente, había mucha energía y un tiempo circular ocupó la noche de La Rueda. Lola leyó: Sueño en las noches blancas Montada en un corcel Deseada y mirada Soy la flor la mariposa La vertiente de agua clara El sueño mismo llego a ti y no regreso Agua clara. En el relato "Homenaje" de Jaime Cárdenas, 2003, que se publica en el libro de La Rueda.

La casita del Colibrí

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Mario Delgado Como lo había dicho sabiamente el botánico Richard Evans Schultes en 1937, al igual que los cristianos  que absorben el espíritu de Dios por medio del pan y el vino sacramentales, los indígenas en América hacen lo mismo con sus plantas sagradas desde hace mucho tiempo. En 1990 asistí a un ritual con el San Pedro ( Trichocereus pachanoi ), una de las plantas sagradas del norte de los Andes. Lo hice en compañía de amigos en tiempo de verano en una casa donde el valle de Atriz termina y empieza a encañonarse el río Pasto en su destino hacia el Patía. Una casa pequeña con historias maravillosas de despertares. La llamábamos La casita del colibrí. Ésta fue mi experiencia, mi memoria y espejo. T odo estaba listo. La mesa en la esquina con la copa ritual y una serie de amuletos y cuarzos. La penumbra de las velas dominaba la habitación y un olor a eucalipto y al agua de varias hierbas se esparcía por los rincones. Las figuras abrigadas estaban i

Un relato de Juan David Muñoz

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Juan David Muñoz en el Festival Gastronómico de 2011 A bro la puerta esperando que alguna de ellas este allí, a punto de timbrar, sonriendo y reclamando ser invitada a una fiesta que ella acabó de inventar; la haría pasar para que viera la bella vista que ofrece el gran ventanal, y bueno, después la historia. Salgo y no hay nadie; espero mientras repican las gotas sobre el concreto. Parece que demoré mucho mi decisión, ahora ya se han ido y tendré que salir, así no me quedo. Entro a buscar algo para cubrirme de la lluvia y mato la botella de whisky que estaba sobre la mesa; salgo casi de inmediato olvidando las llaves dentro, maldigo, pero lo hecho, hecho está. Sobre la acera camino apresurado –como todos los que caminan bajo la lluvia-, de pronto ahí están, en la esquina siguiente. Parecen hacer qué gestos de despedida: besos, palmadas, risas, monosílabos insignificantes. Las tres toman rutas diferentes, sigo a la que parece tiene menos afán y la que izó una sombr

Envío. Un poema de Rafael Albán publicado en La Rueda 7

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La Rueda 7, ilustrada por Rodrigo Valencia Quijano E NVÍO E nemigo de odas, elogios y epitafios, siempre entendí el poema como la encarnación del sufrimiento, la exaltación y el sueño; Mis primeros encuentros con el verso fueron como sucede de ordinario: mucha lánguida luna, mucho cándido amor, mucha clausura de colegio. La noche me enseñó a puñetazos que no se escribe el verso: se taladra Y es la vida la roca que se graba, y es la muerte la herida que se ensancha. Usted sabra excusar si lo importuno, si un viento de pesagio perturba su silencio. Mis pájaros oscuros se niegan a volar en cielo descubierto.  La Rueda 7, Febrero 1985

Un poema de Hilda Restrepo en la Rueda 3

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Palabras Dalí V enían a mí replegadas de sabores y angustias como luces de bengala  sobre la noche... Pegaditas unas a otras, hermanas del misterio, cristales enmohecidos  de tiempo... La poesía femenina en La Rueda

Días Difíciles, un relato sobre los tiempos de La Rueda

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DIAS DIFICILES  Un relato sobre los tiempos de La Rueda, Popayán Días Difíciles es el título de un poema de Oscar Sakanamboy Mario Delgado-Noguera E l secretario del consejo estudiantil llegó esa tarde lluviosa con aire grave y deprimido. Su pequeña barriga que no trataba de disimular se contoneaba a cada paso. El paraguas largo y negro, su nariz aquilina y el pelo peinado al estilo de los senadores del imperio romano, completaban la idea de un hombrecillo serio y cumplidor de los deberes impuestos por la importante base estudiantil que representaba. Sentía un secreto placer por figurar en todos los actos y actividades que se promovían entre un estudiantado movido por vacuos ideales de arribismo impuestos por la mediocre educación de esa facultad de provincia. Al entrar saludó cortésmente a un profesor de ciencias básicas que se había distinguido por ignorante. En la cafetería de Doña Luz, una negraza cuya vocación era gritar, estaban en resto de los miembros del conse

Popayán, 1980

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Mario Delgado La vida es apenas un puñado de gestos... Piedad Bonnet É ramos, entonces, una generación de ojos abiertos, de amigos no tan amigos que hablaban de palabras recobradas en las esquinas de la ciudad blanca -un desmesurado parque para gozar de la noche y el peso del vino en la mano para alargar el instante demasiado finito-. Éramos, sí, un corazón en cada frase. Golpeábamos por eso el alma de los muertos y de los próceres viejos de la patria. Pero también teníamos la tristeza de saber que las buenas conciencias se malgastan y se pudren en el tiempo. Popayán, 1980 W e were, then, a generation of open eyes, not-so-friendly friends speaking of recovered words in the corners of the white city —an immense park to revel in the night  and the weight of wine in hand to prolong the all-too-finite moment. Yes, we were a heart in every sentence. For that, we struck the souls of the dead  and the old leaders of the homeland. But we also had t

Los lugares de La Rueda I

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Mario Delgado Noguera L a arquitectura colonial y blanca del centro de Popayán, con sus plazuelas y parques, fue el lugar de reunión del grupo de amigos de la Rueda. Preferían sus reuniones públicas al amparo del clima benévolo del Popayán de la época y del espiritu de un vino nocturno en el parque Caldas. La gran mayoría vivía por allí entre las calles con farolas donde se alquilaban un buen número de habitaciones para los estudiantes del resto de Colombia. Muchos de esos encuentros en los parques terminaban en alguna habitación precaria de estudiante o en las residencias estudiantiles Tuto González , para resquemor y protesta constantes de los vecinos burgueses del barrio Caldas. Pedrito Paz, un insigne popayanejo, funcionario perenne de la junta permanente pro Semana Santa, salía energúmeno de su casa vecina a las residencias gritando amenazas sin nombre contra los estudiantes que taladraban su descanso nocturno con vallenatos y rumbas. En esas reuniones de los parques se