Popayán, 1980




Mario Delgado


La vida es apenas un puñado de gestos...
Piedad Bonnet

Éramos, entonces,
una generación de ojos abiertos,
de amigos no tan amigos
que hablaban de palabras recobradas
en las esquinas de la ciudad blanca
-un desmesurado parque
para gozar de la noche
y el peso del vino en la mano
para alargar el instante demasiado finito-.

Éramos, sí, un corazón en cada frase.

Golpeábamos por eso el alma de los muertos
y de los próceres viejos de la patria.
Pero también teníamos
la tristeza de saber
que las buenas conciencias
se malgastan
y se pudren en el tiempo.

Popayán, 1980


We were, then, a generation of open eyes,
not-so-friendly friends
speaking of recovered words in the corners of the white city
—an immense park to revel in the night 
and the weight of wine in hand to prolong the all-too-finite moment.

Yes, we were a heart in every sentence.

For that, we struck the souls of the dead 
and the old leaders of the homeland.
But we also had the sadness of knowing that good consciences are wasted and rot over time.

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