Adiós, Enrique Molina


Mario Delgado

Enrique Molina (Buenos Aires, 1910-1997), fue un poeta argentino, cuya juventud transcurrió en la zona subtropical del norte, Corrientes y Misiones. Amigo y hacedor de cultura con Aldo Pellegrini. Sus palabras desnudan y extraen la intimidad ardiente de las cosas, sus inéditos brillos, vuelos y matices. Me gusta esa manera de hacer mirar el mundo y dejar siempre la nota triste de nuestra finitud, de nuestro paso fugaz por este mundo. Dijo: "La divinidad está en las cosas, en cada forma de la tierra, en cada cuerpo vivo y carnal, en el día y en la noche. Esa es nuestra idolatría, y ella nace de lo más profundo de la sangre". 

Enrique Molina
Adiós

Un día más, sólo un minuto más, para estar vivo
y despedirme de cuanto amé.
Para decir adiós a las cosas que vi y toqué mientras moría
desde el instante mismo en que nací.
Y vino el niño con el premio que sacó en el colegio por su
sabiduría,
y el ala de la gaviota golpeando en lo infinito con su vuelo,
vino la cabellera derramada y el rostro de la misteriosa
mujer que estuvo a mi lado, en el lecho, sin que yo lo supiera,
y el río con su lenta corriente musculosa
a través de cada mueble, cada objeto y cada gesto
de quien me ve parir, ¡oh Dios mío!
Un instante más aún en el suelo que pisé,
en el aire de mi respiración
sofocada por el amor, en los vestigios de la pasión,
con cuanto -mosca o sol- me deslumbró en este extraño
planeta, donde perdure año tras año, presintiendo
este límite de espumas, este revuelto torbellino
de la despedida, yo, que tanto fui deslumbrado
por centelleante atracción de la tierra,
por cuanto fue caricia o solamente un espejismo del mundo
es mi destino.
Así, pues, despidiéndome de los caballos, de la canoa,
los pájaros, el gato y sus costumbres. Déjame
una vez más mirar las flores y la lluvia. Es éste
el trágico instante en que uno descubre
el delirio misterioso de las cosas, sus raíces secretas,
el instante supremo de decir adiós
a cuanto se adoró en esta vida.

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