Contagio, la evolución de las pandemias. Un libro de David Quammen
La salud del planeta viviente es una sola, no solo es la salud de los humanos
Mario Delgado Noguera
Caer en cuenta como humanos de manera global que somos uno de los innumerables organismos vivos de la Tierra, es clave para entender que estaremos en plena convivencia y, por lo tanto, es necesario el respeto a los límites con otras especies en un planeta finito.
David Quammen |
El libro de David Quammen apunta a este hecho cuando escribe en nueve capítulos la aparición, el estudio y la investigación de las epidemias recientes. Las epidemias no han ocurrido por el mero azar, como humanos hay algunos factores que podemos controlar y prevenir. Aunque las predicciones en este campo son delicadas y son aproximaciones al mundo real, dadas la rápida evolución de los virus y las condiciones vitales que persisten tal como si viviéramos en la infinitud, -algunos en la opulencia y el consumo, la mayoría en la pobreza-, hay que tenerlas en cuenta para evitar sorpresas como la actual pandemia. Es necesario pensar de manera destina de como se ha venido haciendo hasta ahora, ser conscientes de la vulnerabilidad como especies y de la huella de carbono que dejamos en el día a día. La salud del planeta viviente es una sola, no solo es la salud de los humanos.
El libro muestra al autor también como un rastreador global, que viaja por los continentes en busca de los indicios y de las labores de campo de los equipos de personas y científicos que se han dedicado de una manera que desconoce generalmente el público, a estudiar en el campo y por medio de los avances en la genética molecular, las epidemias producidas por microorganismos, tanto virales como bacterianas, en el campo de las zoonosis, aquellas enfermedades humanas que se trasmiten desde los animales o desde una cadena de reservorios animales como posiblemente ocurre con la enfermedad pandémica Covid19. Viaja del África tropical al suroeste asiático, confronta a los investigadores de Europa y Norteamérica, ilustra con los métodos el estudio de las zoonosis.
Portada del libro |
Quammen inicia sus relatos escribiendo no solo datos técnicos, sino que lo hace de manera asequible con la calidez que da la curiosidad de la exploración científica y que muchas veces se oculta. A veces toman el cariz de una novela policiaca que avanza con pistas sutiles para descubrir el origen de las epidemias. Pasan por sus capítulos las zoonosis producidas por los virus Hendra, el mortífero ébola, el SARS, el HIV-2 y el SIDA, y por otros microrganismos como las especies de Plasmodium de la malaria, la rickettsia de la psitacosis, y la escurridiza bacteria de la enfermedad de Lyme para terminar con un apéndice sobre el virus SARS-Cov2, ya que el libro se estaba finalizando justo a finales de 2019 cuando los virus de la actual pandemia posiblemente saltaron o se derramaron desde los murciélagos ya que su coronavirus, que no le causa enfermedad, compartía su genoma en 96% con el SARS-Cov2.
Cita a San Francisco de Asís, cuando dice que los humanos somos inseparables del mundo “natural”, que ahora, a la fuerza, caemos en cuenta que es el único que hay en el mundo. Por la acción humana, ese conjunto de ecosistemas al invadir los bosques tropicales y otros espacios como lo que pasa de manera desaforada en la Amazonía colombiana, se desorganiza por así decirlo, y en estas circunstancias, microrganismos como los virus se ponen en contacto con animales que no estaban en relación hasta entonces. Los virus evolucionan y encuentran un ambiente y circunstancias propicias para hacer su “salto” entre especies y la aparición de nuevas zoonosis y posiblemente pandemias como la que actualmente padecemos.
Las estadísticas de los países según varias fuentes, considerando el subregistro y los excesos de mortalidad que se registran, indican que la actual enfermedad del Covid ha causado más de 15 millones de muertes en el mundo.
El libro de Quammen, en el contexto globalizado e interrelacionado, es un llamado de atención, una alerta temprana para que los gobiernos actúen conjuntamente en el cuidado del ambiente, incrementen los presupuestos de investigación y de la salud pública, fortalezcan las entidades globales que vigilan la aparición de nuevas zoonosis y no escamoteen con posturas oportunistas la conciencia de que, en el capitalismo extractor y destructor de ecosistemas, vendrán nuevas epidemias.
Recientemente, sin embargo, el Washington Post recalca la necesidad de una respuesta rápida. Menciona a Michael Ryan, de las Emergencias sanitarias de la OMS, quien ha dicho que lo único que se mueven más rápido que los virus son los datos y el mundo debería aprovechar eso. Se han creado tres centros relacionados con las alerta y la investigación de las epidemias, uno en Berlín, otros dos en Estados Unidos por la CDC y la Fundación Rockefeller. Estas iniciativas son producto de las lecciones que ha dejado la actual para estar preparados para la siguiente.
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