Principios para el sindicalismo del siglo XXI

 

 "Luchamos para cambiar el Estado, y no para que el Estado nos cambie a nosotros".


Marcelo Caruso

Transcripción libre de una conferencia del autor en el III Plenario Nacional del Sindicato de Profesores Universitarios de Colombia (ASPU)


Marcelo Caruso

En pleno ascenso del neoliberalismo, surgieron textos como "Ha muerto la clase obrera" y "Adiós al mundo del trabajo" que debemos releer y actualizar. Para mí, alguien que me abrió los ojos fue Eduardo Antúnez, el brasileño que habló de la “derrota” que ha implicado para la clase obrera el modelo neoliberal. Aunque tenemos gobiernos progresistas, el mundo está cambiando y cada vez es más complicado mantener la asociatividad; los principios básicos del comunitarismo están destrozados. En comunidades como las del Cauca, con la obligación de sembrar de cultivos de uso ilícito que rompen las comunidades se está logrando lo que no consiguió el capitalismo en 300 o 400 años.

El nuevo orden internacional está en disputa, con el derrumbe del derecho internacional y las violencias como las que se ven en Gaza. Se nos acusa de crear una cultura de la violencia, como en el estallido social, pero la realidad es que primero te persuaden, luego te intimidan y finalmente matan a los sindicalistas. Estos son genocidios lentos. El pacto social que significó la creación de los sindicatos, en la negociación entre el trabajo y el capital, también está en crisis.

No solo hablamos de Europa, que era el modelo de la clase obrera; en Estados Unidos, las mafias liquidaron el sindicalismo encabezado por los trabajadores. Lo mismo está ocurriendo en nuestros espacios, rompiendo las nuevas formas de asociatividad, incluyendo las históricas ancestrales de los pueblos indígenas y las comunidades afrodescendientes. Están rompiendo a nuevos sujetos que estaban jugando un papel histórico.

Todo está en disputa; y nosotros en el área de la educación somos clave para la ruptura y confrontación con el modelo de alienación que tiene el capitalismo. Estamos en una situación crítica. Los principios del sindicalismo que nos presentaba Jorge del Prado en 1963, secretario general del Partido Comunista del Perú, se basaban en un contexto de trabajo y clase obrera proletaria tradicional de la fábrica que generaba mercancías y producía valor. 

El primer principio partía de la lucha consecuente por intereses de la clase obrera, que en ese entonces era la que producía mercancías y valor, no obstante, ¿cuál es la clase obrera hoy? Aparece un nuevo proletariado, como los trabajadores de grandes plantaciones de palma, agroindustriales y de la minería legal e ilegal. Estamos frente a una economía primaria exportadora de materias primas donde ser sindicalista puede ser una condena a muerte. Estas economías explotadoras de la naturaleza y del trabajo nos colocan en un mundo difícil. Es en estas nuevas formas de trabajo donde reside la mayor fuerza del proletariado pero quien intente organizar un sindicato, por ejemplo en la minería de oro legal o ilegal, no duraría ni cinco minutos. Ya no tenemos posibilidad en este estado de derecho ni interés en defender esos derechos.

El debate permanente debe ser sobre esa pregunta: ¿cuál es la clase obrera hoy?, pues este es un tema de conciencia y comprensión, no solo de función en la producción o el trabajo. En ese sentido, por eso se dice que los indígenas y el movimiento indígena juegan un papel de clase más revolucionario y transformador que los propios sindicatos obreros. Como profesores, ¿nos reconocemos como clase obrera? Podríamos decir que sí, somos trabajadores de clase porque estamos tratando de cambiar el mundo con las pocas fuerzas que tenemos, lo que nos convierte en clase obrera, aunque nuestra función no sea la producción de mercancías sí estamos produciendo conocimientos, ya sea para formar o deformar al mundo del trabajo.

El segundo principio de Del Prado era la unidad sindical. Siempre fue un objetivo, pero no la realidad, pues existen un gran número de sindicatos por empresa estatal. Incluso la burguesía prefería tenerlos unidos en la UTC, para poder negociar con uno y no con varios. Paradójicamente, hemos resuelto el problema del exministro de trabajo Miguel Urrutia: hay 20 sindicatos en el Ministerio de Trabajo, muchos en el sector bancario; en las universidades hay cinco o seis, y cada vez que cambia un rector hay un nuevo sindicato para defender intereses. No es un problema de estabilidad laboral, sino de permisos y privilegios ajenos al sentido de clase. La unidad la estamos encontrando en otros procesos y donde menos existía porque teníamos muchas corrientes políticas, más ahora hay unidad en los procesos políticos. El caso más interesante puede ser en el estallido social del 2021.

El tercer principio es la democracia interna en la estructuración y funcionamiento de los sindicatos. Mariátegui fue muy avanzado en este tema sindical, decía que no se puede excluir a nadie; todo debe ser plural, con el único compromiso con los intereses de la clase. Pero, ¿cuáles son los intereses de la clase hoy en día? Más allá de la clase obrera tradicional, hay que mirar por otro lado. Podrían encontrarse en el estallido social de 2021 y en el pliego que surgió después, pero este fue totalmente corporativo. ¿Cómo logramos integrar a los ciudadanos en estos procesos sociales? El neoliberalismo ha destruido los derechos sindicales y dispersado las asociatividades, individualizando a cada trabajador y golpeando gradualmente el mundo del trabajo. Los sindicatos se ven como meramente corporativos o para resolver situaciones que muchas veces son personales, con líderes atrapados en una estructura piramidal. Tenemos una identidad negativa, no solo porque las reuniones son aburridas, sino porque no hemos podido pensar en formas nuevas. Deberíamos atraer a jóvenes brillantes con títulos de doctorados y asociar el trabajo con la pedagogía, la educación popular, pues privilegian el trabajo técnico y no ven a los sindicatos como el motor de sus derechos.

El cuarto principio de Del Prado es la independencia política de clase. Seguimos sin entender ¿cuál es la propuesta de clase hoy? El estallido social surgió de una convocatoria a un paro de un día de las centrales obreras y se convirtió en una movilización que duró 40 días. Los sindicatos no vieron venir esto porque estaban enfrascados en sus propias discusiones. En el caso de la educación, el sujeto de la educación es toda la población; todos están interesados.

Para tratar de responder la anterior pregunta, hay que recordar que en los inicios del sindicalismo, los anarquistas crearon las primeras mutuales, un paso sencillo en la vida diaria y cotidiana que pasó por la asociatividad del trabajo. El sindicato era una escuela de construcción de relaciones humanas. El nacimiento de los sindicatos fue un salto más avanzado, empezando con la independencia y luego avanzando hacia un pacto social dentro del Estado de derecho. Sin embargo, nos cortaron las alas. El sindicalismo se calificaba de infantilismo revolucionario, y lo que fuera muy político corría el riesgo de ser tildado de anarco-sindicalismo. Los sindicatos cayeron en manos de partidos de izquierda cooptados por el estalinismo, frenando las energías de la clase obrera para poder negociarla como partido.

Un ejemplo claro de independencia política ocurrió en la coyuntura del proyecto de ley Estatutaria de educación, en la que Fecode como sindicato, exigió derechos a un gobierno progresista, creando un hito que hay que analizar. La ley se modificó sin tener en cuenta los intereses gremiales de este sindicato. Hay que tener en cuenta que el Estado es un aparato en el que siempre estás durmiendo con el enemigo, y aunque creas que estás cambiando el país desde el Congreso, la economía de mercado tiene el poder de definir las políticas de los sectores. En este caso, hay una lección que aprender. El gobierno y su bancada deben tener una actitud y una relación de escucha con su bancada social al igual que con el Congreso.

La independencia política de clase debe prevalecer. No dependemos de un partido político, sino de varias tendencias que resisten la cooptación. Aún pensamos en un sindicato de fábrica, pero la clase obrera es ahora más un problema de conciencia que de trabajo. Con gobiernos progresistas, el retorno de la derecha y la necesidad de transformaciones, debemos pensar en cómo agrupar desde el mundo del trabajo asalariado y los trabajadores independientes.

Estos son los principios clásicos del sindicalismo, pero hay que hacer unos nuevos y el estallido social fue el momento más reciente para pensar en nuestro quehacer como sindicatos en estas grandes movilizaciones. Los estudiantes y jóvenes tuvieron un papel de liderazgo en el estallido social, pero que no salió de la nada sino que fue una consecuencia del acumulado y las consciencias de las antiguas generaciones que buscaban organización y difundir la conciencia social.

Se podría decir que, en el marco del estallido social, los sindicatos vieron que la huelga se convertía en movilización, pero no supieron entender el valor de la indignación y la necesidad de organización. La indignación para volverse una acción de cambio requiere una asociatividad consciente y solidaria, se vuelve del valor indignación al valor solidaridad, acción conjunta, acción común, transformación para que no se convierta en frustración, acciones individuales o alejamiento. Los estudiantes y la gente empezaron a construir comités en los barrios, con una nueva forma de dirección que los sindicatos no supieron aprovechar.

Se requiere un nuevo tipo de dirección en el ejercicio sindical, que no adopte las estructuras jerárquicas del Estado. Se deben repensar los centralismos burocráticos en los sindicatos que no permiten construir en red.

Se necesita también la construcción de una consciencia transformadora, y preguntarnos: ¿Dónde se construye esa consciencia? ¿Qué sucede cuando ya no tenemos ese trabajo explotado tradicional, sino que se es parte de una cadena de producción? Una forma de entender de manera contextual este aspecto debe ser el territorio y las fuerzas y los actores que lo construyen con las plusvalías que generan y que configuran ciertos sistemas que nos están llevando a la extinción, ¿esto es lo que dejaremos de todas nuestras luchas?

Se debe pensar un tipo de sindicalismo nuevo, y cómo agrupar desde el mundo del trabajo, los intereses por causas comunes como el enfrentamiento a la crisis ambiental que rápidamente aparece. Requerimos solidaridad y acción conjunta, coherencia entre principios y estatutos sindicales. Los sujetos proletarios ahora son múltiples y variados. Debemos construir conciencia transformadora, buscar nuevos nichos de plusvalía y contradicciones (Nuestra plusvalía como profesores de universidades públicas, es el conocimiento que le damos al Estado), y ganar espacios para luchar por estas plusvalías.




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